martes, 17 de julio de 2007

“Test de longevidad R-C”

Casi seguro que le quedan muchos más años para gozar de la vida que los que van a calcular a continuación.

Si aparecen nuevos adelantos en la Biología con la que nos puedan fabricar órganos clones (corazón, hígado, riñones etc), entonces este test deberá ser modificado radicalmente y sus años de vida se verán dupli o triplicados. ES PUES UN TEST PROVISORIO.

Esta batería de preguntas basadas actualmente en las tablas confeccionadas
por las “compañías de seguros” permite conocer de forma orientativa -y sin valor médico- la esperanza de vida. Como la longevidad de las mujeres es mayor que la de los hombres, entonces al iniciar el test, usted parte de una longevidad de 73 años para el hombre y 80 años para las afortunadas mujeres (muy merecidos) Tendrá que ir, ya sea, sumando o restando años a esta cifra, correspondiente a si es usted hombre o mujer. Según la sumatoria de las respuestas que dé a cada una de las 20 preguntas siguientes, entonces podrá saber finalmente lo que las compañías de seguros de vida estiman que usted vivirá.

1.-Si es hombre tome estos años de base .................................................................................73 años
Si es mujer tome estos años de base.................................................................................80 años
2.-Vive en una ciudad de más de dos millones de habitantes (-2), ..................
o en un lugar de menos de 10 000 habitantes (+2) ................................................
3.-Uno de sus abuelos vivió hasta los 85 (+2) .....................................................
o todos sus cuatro abuelos vivieron hasta los 80 (+6) ...............................................
4.-Un familiar murió de enfermedad cardiovascular
o de apoplejía antes de los 50 (-4) ........................................................................
5.-Un familiar directo de menos de 50 años padece cáncer,
alguna enfermedad del corazón o diabetes desde la niñez (-3) ........................
6.-Gana más de 40 000 euros o $ 26.650.000 anuales (-2) ............................
7.-Cuenta con estudios medios (+1) .....................................................................
o superiores (+2) ..........................................................................................
8.-Tiene 65 años o más y sigue trabajando (+3) ................................................
9.-Vive en pareja, o con un amigo, o amiga (+5) ................................................
10.-Vive solo actualmente
( 3) .............................................................................
por cada década que haya vivido solo desde los 25 años anote (–3) ...............
11.-Realiza un trabajo sedentario (-3), ................................................................
o uno que requiere esfuerzo físico (+3) ...............................................................
12.-Hace ejercicio enérgicamente durante 30 minutos......................................
5 veces a la semana (+4), o 2, o 3 veces a la semana (+2)........................................
13.-Duerme más de 10 horas al día (-4) .............................................................
14.-Su personalidad es relajada (+3) o intensa (-3); ..............................................
se considera feliz (+1) o infeliz (-2) ......................................................................
15.-Ha sido multado por exceso de velocidad en algún.
momento del año pasado (-1) ...............................................................................
16.-Toma más de dos vasos de vino al día,
o su equivalente en otras bebidas alcohólicas (-1) .............................................
17.-Fuma más de dos paquetes de cigarrillos al día (-8),
1-2 paquetes al día (-6), o 0,5-1 paquete al día (-3) ..........................................
18.-Padece un sobrepeso de 23 kilos o más (-8),
de 14-22 kilos (-4) o de 4,5-13 kilos (-2).............................................................
19.-Tiene más de 40 años y se hace un chequeo médico anual,
y si es mujer, visita anualmente al ginecólogo (+2) ...........................................
20.-Tiene entre 30 y 50 años (+2),
o entre 51 y 70 (+4) ...............................................................................................

Por ejemplo, para Raúl este test le entregó 89 años, para Cecilia este test le entregó 92 años, ambos viviendo en El Sol, Quilpué. ¿Qué tal? ¿Nos queda cuerda, eh? ¡Aún nos quedan muchos añitos más como cibernautas para seguir navegando con ustedes en Internet!

Este cálculo, del test de longevidad, ahora es una tarea para ustedes y va en reemplazo de la anécdota a la que ya los teníamos acostumbrados en cada semana.
¡Que se diviertan!
Raúl y Cecilia

Nota:
Foto 1: 2001.11.23 Raúl y Cecilia, en Dortmund.

“Los Buholzer en el mundo”

Narrado e investigado por Cecilia Doggenweiler A.

Raulito Buholzer tiene muchas historias, como ustedes saben yo me he entretenido escribiéndolas y enviándole copias a nuestros familiares y amigos. Hemos tenido unas agradables respuestas cuando esto les ha servido para tener un poco más de entretención. Todos nosotros tenemos cantidad de historias inéditas. En estos últimos tres meses yo he escrito una por semana, con ésta ya llevo doce y he terminado con lo proyectado, pero si apareciera algo interesante volveré a escribir y lo esparciré por internet.

Raúl me contó otra de sus interesantes vivencias.

“Mi abuela me había contado que mi abuelo Albert Buholzer siendo suizo tenía algo de ascendencia alemana. En Alemania escribían su apellido con ch. En Alemania existía el castillo y el Condado de Bucholz desde épocas muy remotas, desde la Edad Media y las familias que vivían en ese lugar se conocían como Bucholzer. Cuando los Bucholzer llegaron de Alemania, en Suiza sucedió lo mismo, trajeron capitales alemanes, abrieron fábricas y crearon con las nuevas generaciones una gran familia. Ellos fueron inscritos oficialmente en Suiza como Buholzer sin la letra ch, que en el acento suizo-alemán se pronuncia igual que en alemán como si tuviera la ch”.

“Para asistir a mi trabajo yo viajaba todos los días en tren desde Dortmund a Essen, en uno de esos viajes me encontré con la sorpresa de que el coche, al que acababa de subir, llevaba casi todos sus diez departamentos de seis asientos cada uno totalmente ocupados, sólo en un departamento venían cuatro personas y allí me senté entre puros gringos que no sabían otra cosa que hablar de Bucholz. Allí me di cuenta que ellos habían contratado este coche del tren y que lo hacían muy a menudo acogiéndose a un descuento especial de los pasajes. Cuando pasó el conductor a revisarme mi pasaje dijo, todos son Bucholzer? Y yo, que no dominaba aún el idioma, medio sorprendido saqué mi pasaporte en vez del pasaje del tren y se lo mostré abierto y sin titubeos. El conductor miró el pasaporte y dijo, por fin tengo el honor de conocer a un auténtico Buholzer, se despidió y siguió su camino y yo quedé con mi pasaje sin marcar. Los cuatro Bucholzer que venían conmigo, o sea, en el mismo departamento, me miraban asombrados, uno de ellos se atrevió a pedirme mi pasaporte y enseguida se lo ha mostrado fascinado a sus amigos diciéndoles que yo era un Buholzer de verdad. Entonces, por lo que me dijo el conductor, yo les hice un par de preguntas a ellos: ¿Ustedes no son Buholzer? Y me explicaron que si, porque eran habitantes de Bucholz, pero que sus apellidos reales no eran Bucholzer (este es el gentilicio). Llevaban muchos comestibles y las infaltables docenas de cervezas. Luego brindaron conmigo, me convidaron un sándwich y me contaron la historia de que ellos llevaban en este viaje palomas mensajeras entrenadas, que eran capaces de volver inmediatamente a su palomar aún desde puntos muy distantes. Me contaron que en su actual competencia ellos con sus palomas se estaban alejando del lugar donde las iban a lanzar, que se encuentra a cerca de cuatrocientos kilómetros de Bucholz y yo asombrado les pregunté, si desde tanta distancia pueden llegar a su lugar de origen? Ustedes deben tener el récord mundial y me contestaron que su competencia es solamente entre ciudades. Las grandes competencias entre palomas mensajeras son las internacionales, la más famosa es la que se hace entre Barcelona y el norte de Holanda, o sea, este si que es una especie de récord con un recorrido de 1100 kilómetros”.

“Fue un simpático viaje con este grupo, el que yo creí en primera instancia que tenían el apellido Buholzer. Me invitaron a seguir viaje con ellos y agregaron que iban a estar muy orgullosos los otros cuarenta del equipo de Bucholz que copaban casi totalmente el coche del tren. Sus palomas las llevaban en el vagón del equipaje. Ellos competían con otra ciudad que anteriormente les había ganado y que ahora en la revancha, tomarían venganza y estaban muy seguros que les iban a ganar. Llevaban en el mismo vagón a un par de jueces imparciales que debían controlar la salida a la hora exacta de las cuatrocientas palomas de los Bucholzer, cuya pasión deportiva era la colombofilia. En el lugar de destino otro par de jueces controlaría la hora de llegada de las cuatrocientas palomas. Esta era una competencia muy seria y se tomaba el promedio exacto de la llegada de las palomas. Uno de ellos fue rápidamente a los departamentos del lado y les contó la anécdota de llevar a un auténtico Buholzer en su departamento. Me pasaron saludando y yo les deseé mucho éxito. Me bajé en la estación de Essen y lamenté enormemente no haber podido seguir con ellos, ya que mis alumnos me estaban esperando en el colegio de la Misión Católica de esta ciudad”.

“Después de esto me sentí como obligado con la idea de encontrar parentela real en Alemania y me di el trabajo de revisar las guías telefónicas de todas las ciudades alemanas y en ninguna guía encontré a otros Buholzer, pero no me di por vencido, hice averiguaciones y descubrí que vendían un libro de las familias que llevan el apellido Buholzer. Lo compré y entonces supe que realmente los Buholzer vivían solamente en Suiza, un par de ellos en Francia y otro par de familias en Estados Unidos de Norteamérica. Aún no salía la dirección de ningún Buholzer de Chile, nos nombraban solamente a los recién llegados de Chile, o sea, a mí y a mis hijos. Saqué de este libro la dirección y les escribí una carta tipo circular a diez familias Buholzer que viven en Suiza, recibí treinta respuestas amables de las familias suizas de apellido Buholzer. Una familia le contaba a otra sobre nuestro deseo de saber de nuestros orígenes y llegaban cartas a mi dirección, incluso de Buholzer que no aparecían en el libro de las familias, como uno llamado Peter Ferrari Buholzer. Supe que se reunían todos los años, como lo hacen muchas familias en Europa, en una enorme carpa en una calle de Zurich. Fui invitado agregándome que sería muy bien venido si asistía, que recibiría una especie de nuevo bautizo e integraría oficialmente la reducida cantidad de familias Buholzer que hay en el mundo”.

Hasta aquí lo que me contó Raulito.

BUCH – HOLZ – ER = libro hecho de madera

Comentario de Cecilia:
La búsqueda de familias tiene tres objetivos: uno sentimental; otro que cada día es más importante, es el conocer el historial genético de las enfermedades de los integrantes de las familias. Los médicos, con mucha razón, hoy te preguntan un montón de cosas relacionadas con tus antepasados, hasta tu bisabuelo sale a la palestra. Y un tercero muy apreciado ..., porque es muy dorado ...

Nota:
foto 1: 2006 Raúl frente a Hotel Buchholz, en Colonia.
foto 2: 2007.09.05 Yenny, Albert, Jaime, Raúl, en Colonia.
foto 3: 2007.09.05 Raúl, Albert, Jaime, Yenny, en Colonia.

“Entrada triunfante de Cecilia Doggenweiler a la Tercera Edad”

Agasajo narrado por Raúl Buholzer M.

El viernes 22 de septiembre del 2006 Cecy ha cumplido sesenta años. Despertando le he deseado que tenga un feliz cumpleaños. A las seis de la mañana nos levantamos a tomar desayuno. A las 8 horas y 30 minutos ya estábamos en los trámites de boletería, a orillas del río Rin en Colonia, sacando los pasajes especiales de ida y vuelta. La acreditada empresa naviera alemana KD (Köln-Düsseldorf) le tenía reservada a Cecilia tres sorpresas por ser el día en que cumplía los 60 años y esto es en Alemania, como en todo el mundo, un cambio del estatus de vida de todas esas personas. Entre las tres sorpresas Cecilia quedó maravillada por una muy interesante y agradable; con esto ella se sintió ese día como la reina del Rin.

Filosóficamente yo soy un convencido de que cada una de las etapas de la vida son siempre más interesantes e importantes de vivirlas. Para el 95% de las personas el tener que trabajar obligatoriamente viene como una mala herencia desde la época de la esclavitud y nos liberamos de esta pesadilla solamente al momento de jubilar. Para el futuro la ciencia nos promete que existirá solamente un trabajo voluntario y este odioso trabajo obligatorio que hacemos ahora lo harán indudablemente los robots.

Aparte del día tradicional de celebración del cumpleaños de Cecilia, le he planificado que disfrute de una semana de bienvenida y de agasajos diarios, para que ella comprenda prácticamente que aquí en esta etapa se obtiene una nueva dimensión de la libertad. En esta etapa se goza de la vida más placenteramente disfrutando ahora de las propias economías acumuladas en el largo programa tradicional ya conocido, donde pacientemente durante los últimos 40 años, hemos dejado un importante tanto por ciento para nuestro disfrute de la jubilación. Los jubilados de todo el mundo somos como una hermandad que estamos unidos por esta misma dichosa causa de no tener que trabajar. Podemos tener vacaciones en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo, ya no hay obligación de mantenerse en esta frontera o en la otra, ni en este Hemisferio, ni en el otro. ¡El nuevo mundo sin fronteras nos pertenece! ¡Los dineros sobrantes del cobre chileno debieran ayudar a las economías bajas de jubilación para que todos los jubilados puedan gozar de su merecida libertad de pertenecer al mundo sin fronteras!

La primera parte del programa de la semana de celebración, se cumplió íntegramente, lo tenía planificado desde hacía ya más de un mes. El primer día comprendió:
-primero, un viaje por todo el día sobre las aguas del Rin, recorriendo ochenta kilómetros por la rivera levante hacia el nacimiento de ida y por supuesto otros ochenta kilómetros de vuelta por la rivera poniente del mismo río en dirección hacia el mar.
-Segundo, se hizo tal como Cecilia lo había soñado al mirarlo desde la rivera meses antes cuando vio moverse majestuosamente al enorme barco catamarán Rhein Energie, el barco para eventos más nuevo y lujoso de toda Alemania con capacidad para 1.580 personas a bordo; famoso porque en él viajó el Papa Benedicto XVI y toda su comitiva el año pasado y ha servido también para eventos muy importantes con los políticos de Alemania y Europa.
-El día se completó con una tercera y emotiva situación en el gran comedor panorámico de proa, un pedido especial a la orquesta de a bordo de que le toquen a Cecilia, con acordeones, bandoneones y trompetas, comenzando con el Cumpleaños Feliz y además la conocidísima canción francesa Ceci-bon, seguida de la canción alemana ¡Oh, Cecilia!

El programa del día se cumplió íntegramente. Nos situamos en las primeras horas sobre la amplísima cubierta superior (1800 metros cuadrados), o sea, en una especie de azotea grandiosa que queda situada al aire libre sobre el tercer piso. Mientras el catamarán viajaba desde aquí pudimos observar: Bonn -la ex capital de Alemania, los restos históricos del puente por donde atravesaron este río los aliados, las playas ribereñas, las enormes industrias kilométricas petro químicas, así como los innumerables castillos medievales anclados sobre las riveras de este histórico y tradicional río Rin. El viaje de recorrido de vuelta a Colonia lo hicimos en los alfombrados salones comedores del interior del segundo piso del Rhein Energie, aquí la orquesta se nos acercó a la mesa a confirmar el programa y luego nos tocó lo que yo les había pedido para Cecilia, o sea, esas tres melodías antes mencionadas. Llegamos de regreso al puerto de Colonia alrededor de las 7 de la tarde.

Este fue un triunfante y hermoso viaje de sol a sol, que tuvo por objetivo darle la bienvenida a Cecilia a la “hermosa Tercera Edad”, donde ella justamente deja oficialmente de ser esclava obligada del trabajo, jubila y trabajará ahora solo voluntariamente. Su madre Olguita cuando me dio el consentimiento, me dijo, que era incansable y muy hacendosa y que ella no conocía y no conocerá nunca la palabra jubilación.
...............................
Yo pensé que esta romántica forma de entrar en la Tercera Edad no puede quedar solo entre Raúl y yo, por lo tanto voy a agregar algunas impresiones personales antes de enviar este relato a nuestros parientes y amistades.

Cuando llegamos a casa mientras yo preparaba un plato de frutas picadas, Raúl se fue derecho a escribir al computador y cuado nos sentamos a la mesa él me entregó por escrito el relato del interesante viaje en barco, que él tituló “Entrada triunfante de Cecilia Doggenweiler a la Tercera Edad”.

Este día de mi cumpleaños fue excepcionalmente un día esplendoroso de sol, a pesar de que ya se marcaba por calendario el comienzo del otoño.

Yo estaba muy emocionada, veía todo esplendoroso. Les debo agregar que en el Rhein Energie el interior de los comedores es totalmente panorámico. Todas las paredes de este gigantesco navío están cubiertas de vidrios inmensos de cristales ligeramente inclinados para que no reflejen la luz del sol. La estabilidad de esa nave es asombrosa, no se movía en absoluto, ni tras el oleaje que dejaban los buques de carga al pasar.

Con Raúl comentamos a raíz que recién habíamos pasado el 18 de septiembre, que si este barco estuviese sobre el río Calle-Calle, en esta inmensa plataforma de la cubierta superior habrían bailado cueca fácilmente unas doscientas parejas simultáneamente y además viendo como en el Calle-Calle se está bañando la luna... ¿¡Cómo se sentirían de cachiporras los valdivianos si les mandáramos un barquito de estos!?

Nos faltan palabras para describir algunas de las delicias de navegar por el Rin festivamente. Esta es una experiencia que pudieron apreciar nuestros amigos, los que seguramente al leer este relato van a corroborar estas impresiones y probablemente van a pensar que cualquiera descripción es muy débil ante los encantos de esta apacible y romántica navegación. Así lo deben considerar: María Alicia Muñoz y su familia que estuvieron recién también en Colonia para el Mundial de Fútbol, anteriormente su padre Hernán Muñoz, mis hijos, Silvana y Hermann Schink, Christian Bussenius y Renate, además nuestro amigo Américo Fontana peregrino real y virtual.

Al terminar el día viernes 22 Raúl me dice, ¿qué te ha parecido este viaje en barco como regalo de cumpleaños? Yo le dije que fue un agasajo incomparable a ningún otro y lo llené de besos. Nunca pensé que iba a entrar a la Tercera Edad en forma tan romántica e hipnotizadora. Le agradezco a Raúl este súper regalo del inolvidable viaje en el barco para eventos más moderno.

Si veinte años no es nada ... como dice el tango, yo puedo agregar que cuando se vive en el positivismo sesenta años se pasan volando.

Nota:
foto 1: 2006.09.22 Cecilia Doggenweiler y Raúl Buholzer- Catamarán río Rhin

“El Expreso Oriente, ayer con enigmas y hoy lleno de felicidad”

08.09.2006
Anécdota narrada por Cecilia Doggenweiler A.

El miércoles en la noche le avisé a Raulito por teléfono que me disponía a ir a Dortmund el jueves muy temprano. Al día siguiente amanecí con una ciática que me tenía totalmente invalidada para caminar, por lo que ese día jueves de madrugada fui al médico, quien me sometió a un tratamiento muy completo. Ese mismo jueves después del mediodía llamé otra vez por teléfono a Raúl para decirle que no notaba mejoría y que mejor viniera él a Colonia a acompañarme. Tomó su librito con el horario de los trenes y me dice cuál tren tomará al día siguiente y a qué hora llegará a Colonia. El viernes a primera hora lo llamé a casa por teléfono para confirmar su viaje.

Al llegar a la casa en Colonia Raúl me pregunta, si antes que me viniese la ciática había escrito ya la habitual historia de la semana, yo le contesté que de los cinco temas comenzados todavía no decidía cuál terminar. Él me contó que en esta hora y algo más de viaje desde Dortmund a Colonia, le habían acontecido un par de anécdotas que no son muy habituales, con varios protagonistas: una eufórica pareja, una conductora, un conductor, un vagón privado del tren, 3 Mosqueteros, una docena de botellas vacías de cerveza y otras por vaciar. Le dije, cuéntame de inmediato cómo fue eso y Raúl se largó a relatarme su odisea.

“Salí con mi equipaje, mi porta documentos y un bolso con ropas. Me fui en un taxi hasta la estación de Dortmund. Llegué casi justo a la hora en que partía el tren expreso EC 101 de las 9,38 de la mañana, que venía del Oriente, en el que yo había decidido viajar a Colonia. El funcionario que vende los boletos me dijo que en cuatro minutos mas partía el tren en el andén 11, por lo que me fui muy rápidamente con el pasaje en la mano. Cuando llegué al andén 11, la conductora del tren estaba con un disco rojo en la mano haciéndole señas para dar la partida al maquinista. Le pregunté dos veces si viajaba el tren a Colonia y ella concentrada en su disco rojo no pudo contestarme, sólo me dijo, -más tarde-. Me subí sin hacer más preguntas al tren y me di cuenta que era un coche super elegante y nuevo y que decía primera, de todas maneras allí mismo me senté, ya que el tren iba partiendo. El asiento que tomé estaba frente a una pareja de alemanes, ella de unos 40 y él de alrededor de 50. Nos miramos sonrientes haciéndonos una venia a modo de presentación. Minutos después de la partida él le hace unos cariños en la cabeza, luego le levanta la blusa y le hace cariño a ella en la guatita, se agacha y le da un cariñoso beso en esa región. Yo busco la ventana para mirar a otro lado y por este motivo él entra en explicaciones muy contento -el que va a nacer va a ser nuestro primer hijo y ahora estamos celebrando el acontecimiento, porque en tres meses mas ya no podremos viajar.- Yo les doy mis congratulaciones. Minutos después pasa la conductora y yo levanto la cabeza, con el boleto en la mano le pregunto de nuevo, si el tren va a Colonia. Contesta ella, -naturalmente, pero su boleto es de segunda y aquí estamos en primera clase-. Yo le quise preguntar eso al subirme y usted no me contestó. -Ah, es que estábamos en el momento de la partida-. Yo le expliqué mostrándole el bastón que no podía cambiarme todavía al coche de segunda con el tren en marcha, lo haré cuando el tren esté parado en la estación. En aquel momento intervinieron mis vecinos que andaban paseando a la guagua antes de nacer y conversan con la conductora y yo como de costumbre con mis oídos sin los audífonos que me recetó el médico no pesqué ni pito de lo que decían. Se va la conductora sin decirme a mi ninguna otra cosa”.

“En la estación de Essen decidí trasladarme a un par de coches más adelante, porque los que venían colindantes eran también de primera. Entonces mejor me bajé del tren. Encontré a la bonita conductora en el andén de nuevo con el disco rojo y me dice, -¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?- Ella indica con su mano el mismo coche de primera del que me había bajado. Y le digo que me tiene que esperar que yo me suba de nuevo al tren indicándole que me voy al coche de segunda. Avanzo por el andén y veo que después de terminar los coches de primera viene un coche de otro color bien distinto. Me subo a éste rápidamente sin mirar que llevaba en su puerta un aviso y veo que éste estaba totalmente lleno, en forma inhabitual estaban todos los portamaletas ocupados y en los pasillos también había algunas maletas. Entro al carro, voy pasando por ese pasillo estrecho y me doy cuenta que todos los pasajeros de ese coche actuaban como si se conocieran, me miraban y nadie me decía que había subido en un coche equivocado. Recorrí y recorrí y me admiré de que en todo el coche vinieran unidades de cuatro asientos, dos por un lado y otros dos al frente, con una mesita al centro. Casi al final del coche encontré un único asiento desocupado. Me senté ahí sin pedir permiso ni cosa por el estilo y noté que los tres pasajeros que traían unas sendas botellas de cerveza en la mesita, me hacen una venia de bienvenida. Las paré que era un coche especial y que yo venía allí como un pollo en corral ajeno. Por decirles algo a mis compañeros de mesa les conté “en mi buen alemán”, que la conductora del coche de primera quería que le pagara extra y por eso yo me trasladé para acá. Yo estoy seguro que ellos entendieron que yo no quería pagar el pasaje y como llevaban el coche pagado entero para la delegación creyeron que podían hacerme esta buena gauchada de llevarme de pavo. Entonces ellos dijeron, casi en coro, -ni un problema- y me ofrecieron una cerveza, a lo que yo les dije que no muchas gracias, que recién había tomado un remedio. Noté que los vecinos y las vecinas se habían interesado en mi historia y asentían con su cabeza a los 3 Mosqueteros por su actuación benévola. Minutitos después apareció el conductor de ese coche, va directamente a mí a preguntarme por el pasaje y se meten los tres amigos a decir que yo soy un invitado de ellos. El conductor, que me había visto subir, como que no les creyó y como yo ya tenía mi pasaje marcado por la conductora del coche anterior no me daba ni frío, ni calor todo este asunto, por lo que no hice ostentación de buscar mi pasaje. Cada vez que pasaba el conductor éste me miraba fijamente y ellos le contestaban casi al unísono, -todo en orden-, levantando su botella de cerveza diciendo, -¡salud!- y además su actitud solidaria producía un efecto conspirador en todo el resto del carro.”

“Cuando tú me llamaste por el celular preguntándome, -¿vas sentado al lado de alguien que habla español?- yo te dije, no, no, no. Como me miraban atentamente mientras yo hablaba en español contigo y estábamos en mucha confianza con el trío, yo les dije, me llamaba por teléfono mi señora, control, control. Por hacer una gracia cómica les agregué que ella me ha preguntado, por el celular, si iba sentada alguna mujer a mi lado, por eso yo le dije que no, no, no. Y de paso les conté que ya voy a cumplir 80 años. Saqué de mí porta documentos el último número de la revista española “Muy interesante” que llevaba abierta y seguí leyendo un artículo que había dejado inconcluso. Mientras leía alcancé a decirle a mis tres vecinos que la lectura de esta revista era muy interesante y les conté algo de un artículo, mostrándole que en una parte se afirmaba que el 50% de los trabajadores españoles en la celebración del día de la empresa y en la fiesta de Navidad tenían alguna relación sexual con sus colegas. Tú me volviste a llamar 15 minutos después, para saber con cuánto atraso venía el tren, porque según la hora acordada tendría que haber llegado ya a Colonia. A raíz de este llamado ellos me dijeron, -control, control- y los tres se echaron la botella de cerveza a la boca y brindaron celebrando que ellos no tenían ningún control de esta naturaleza. Y volvieron a ofrecerme una cerveza pensando que con ésta me ayudaban a liberarme del control, control.”

“Antes de llegar a la estación de Colonia cerré la revista y veo que ellos mirando la tapa se quedan perplejos, empinando de nuevo el codo y diciendo, -¡salud!- En este número del mes de agosto del 2006 aparece en la portada una linda y simpática niña echándose un plátano a la boca en forma insinuadora, con el título de EROTISMO, lo que no es de la línea de esta revista que es muy seria. Guardé la revista en mi porta documentos y les deseé buen viaje. Los tres amigos lamentaron que yo me bajara tan pronto. Ellos me contestaron en coro, haciéndome gestos de despedida, -¡Qué le vaya muy bien!”-

“Al momento de pararme para bajarme en Colonia me doy cuenta que nadie mas de ese coche se bajaba en esta estación, lo que no es habitual, entonces saqué cuentas que realmente venía como huésped en un coche que no me correspondía y antes de llegar a la estación me pasé al coche vecino donde se bajaban otras personas. Una vez fuera del tren observé ahora con más calma que cuando subí, que en el carro en que había viajado había un letrero que decía, coche privado.”

Nota de la redacción:
Estoy convencida que Raúl tenía pagada la diferencia para venirse en primera clase por el matrimonio que celebraba la llegada de su primer hijo. De ahí que la conductora insistiera en el andén de Essen en que Raúl se volviera a subir al mismo coche en que venía.

Yo creo que D’Artagnan y sus dos amigos se portaron del uno, no permitiendo que el conductor, a pesar de su insistencia hiciera mostrar a Raúl su pasaje, quien lo mantenía muy embolsicado y cuya existencia ignoraban los 3 Mosqueteros.
Yo pienso que los tres amigos se quedaron perplejos de lo choro de este personaje que hablaba español y que se atrevía a llevar como muy natural, sin ocultar, una revista con una portada sexo insinuante.

Y con la venida del doctor Raulito y su sabrosa historia, de dos muletas con las que debía andar pasé a usar solamente una y lo hacía sólo por precaución.

Y me vino a mi memoria activa el recuerdo de la canción, ¡La felicidad Ah! Ah! Ah! Ah!


Nota:
Foto 1: Raúl viajando en tren.

“Desde el Polo Sur, pasando por Valdivia y llegando a Valparaíso”

Ocurrió en el verano de 1991
Hechos reporteados por Cecilia Doggenweiler A.

Raúl había pasado obligatoriamente mucho tiempo fuera de Chile, llevaba hasta esa fecha (1991) casi 20 años viviendo en Alemania. Cuando recién llegó a Europa lo que más le hacía recordar emocionadamente a Chile era que aparecía muy a menudo en el primer plano de las noticias europeas comentarios sobre la muerte de Pablo Neruda, quien había recibido hacía muy poco tiempo atrás el Premio Nóbel de Literatura (1971). También le hacía recordar a Chile los simpáticos pingüinos que aparecían siempre, por uno u otro motivo, en los programas de la televisión para los niños y también de los mayores. Este animalito tan especial que vivía en el mar y en la tierra firme era muy conocido, era la estrella entre los animalitos simpáticos y constituía un orgullo de los zoológicos llegar a tener pingüinos chilenos. Los pingüinos eran un símbolo internacional que daba autenticidad a Chile, sin estar en el escudo chileno, aún cuando méritos le sobraban.
Raúl me contó que él por primera vez conoció los pingüinos en la ciudad de Valdivia. Su suegro, Luis Sepúlveda, era conocido porque se había sacado el Premio Nacional de la Bondad, auspiciado por la revista VEA y Ambrosoli. A su suegro le había regalado un pingüino un marinero como agradecimiento porque don Luis le había puesto gratuitamente yeso en una pierna que se había fracturado. El marinero, después de pasar a una cantina y pegarse un cañonazo por el camino, llegó muy contento a la casa del Dr. Sepúlveda con su enorme pingüino. Él me siguió contando esta historia y sobre esta última parte tomé nota textualmente.

“Decidimos cenar todos los de casa junto con nuestro huésped, el marinero y su hermoso acompañante el pingüino. El marinero hizo un discurso, con su lengua algo traposa, y pidió un brindis porque traía este amoroso regalo para mi suegro. El pingüino era todo un caballero, después de servirle el marinero unos cuantos pescaditos y enseñarnos cómo había que hacerlo lo paró en un asiento sobre cojines y lo acercó a la mesa junto a él. Como el pingüino estaba totalmente satisfecho con los pescaditos y se veía con un comportamiento muy simpático decidimos cenar nosotros con él y mi suegro a cada rato empinaba el codo y le decía, ¡salud! Parecía que el animal conociera lo que esto significaba y movía su cabecita. Nunca había visto un animalito tan sociable, casi más simpático que un perrito nuevo, es una linda experiencia estar tan cerquita de un pingüino satisfecho y que parecía que nos entendía todo lo que le decíamos”.

Raúl me agregó que lo más anecdótico de esta historia es la segunda vez que él conoció a tres pingüinos al mismo tiempo y que esto sucedió en los primeros días después de llegar a Chile en su primer viaje desde Alemania. Raulito tenía varios amigos en la zona de Valparaíso, entre ellos Norita y Lucho Guastavino que lo esperaron en el aeropuerto y lo recibieron cariñosamente desde el primer día invitándolo a almorzar en Santiago. Luego Aníbal llevó a su departamento en Valparaíso a Raúl y allí lo esperaba otro grupo de amigos, quienes estuvieron compartiendo con él hasta la hora de la cena. Entre estos amigos, un par de matrimonios, Aníbal y Perla más Florentino y Juanita tenían organizado un lindo programa para todos los fines de semana.

Mejor transcribo lo que Raúl me siguió contando.

“Con el par de matrimonios amigos no nos perdíamos, entre otras cosas, ningún festival al aire libre de los que realizaban los pescadores en distintos lugares de la costa. En esta ocasión aprendí que el folclore de nuestros pescadores es muy variado, ameno y muy interesante. Entre estas andanzas de festival en festival tuve la experiencia de que cuando se hacía de noche, la iluminación en los lugares en que actuaban los grupos era buena solo para los actuantes y el resto del público debía tener la incomodidad de andar sin luz en las arenas de las playas. Un día fuimos a la Caleta de San Pedro, típica y conocida caleta de pescadores, donde iba a actuar de noche uno de los más famosos grupos folclóricos de Chile, por esta razón compré y llevé esa linterna de seis pilas a la caleta, la linterna era tan potente que más bien parecía un foco busca caminos. Allí en la caleta había un gran escenario, ubicado a unos 100 metros del mar. Se juntó a escuchar a estos conocidos folcloristas una cantidad enorme de personas llenando toda esta extensa playa. Después de que actuó el grupo folclórico en la primera parte del programa, en forma muy brillante, se hizo una pausa para que el público pasara a servirse el clásico pescado frito. En la playa y en todas sus cercanías había un agradable olor a pescado frito, éste se hacía al aire libre y en enormes cacerolas. Nosotros no podíamos dejar pasar esta oportunidad tradicional de servirnos allí en los mesones frente al mar un buen plato de pescado frito con acompañamiento y por supuesto la infaltable caña de vino. Después de la pausa siguieron actuando los incansables músicos. El par de matrimonios amigos y yo, nos entusiasmamos comiendo pescado y cuando fuimos a instalarnos para escuchar nuevamente al grupo folclórico no pudimos hacerlo en el mismo lugar en que estábamos antes y nos quedamos situados a muy pocos metros de los botes que estaban junto al mar. De repente sentí un ruido raro en uno de los botes cercanos estacionados sobre la arena, por precaución lo enfoqué con el potente foco linterna y mi sorpresa fue mayúscula cuando reconozco que allí estaba seguramente el pingüino de Valdivia o algún descendiente acompañado además de otros dos congéneres. El director del grupo folclórico mira asombrado donde yo estaba enfocando y levanta la mano haciendo suspender momentáneamente la música. Él se dirige al público presente y dice: -tenemos unos invitados muy selectos cuya delegación ha venido desde cerca del Polo Sur. Miren ustedes los tres pingüinos que están aplaudiendo a sus espaldas-. Ellos realmente no aplaudían, pero el público se volvió loco aplaudiéndolos. El conjunto musical continuó su actuación mucho más entusiasta todavía.”

“Al término de la fiesta el director del grupo folclórico me ubica por llevar aún la linterna en la mano y me pidió que le contara cómo se había podido organizar esa aparición tan espectacular de los pingüinos y en un momento tan oportuno. Me agregó que él, hasta ese momento, no había conseguido ninguna explicación de los organizadores del concierto. Enseguida me preguntó, ¿Usted los consiguió en el Zoológico? Como mis amigos que iban adelante se me habían alejado ya y yo temía no poderlos ubicar en el gentío no le pude dar una clara explicación y el director quedó seguramente hasta el día de hoy muy metido en cómo se había conseguido mantener a los pingüinos tan tranquilos. Yo también estoy hasta hoy día algo perplejo con esta increíble anécdota.”

Nota de la redactora.
La primera hipótesis es que la corriente de Humboldt estaba trasladando de hábitat, a las costas chilenas, a una pequeña parte de las innumerables colonias de pingüinos del Polo Sur. La segunda hipótesis es que por las fritangas estaban pasados a olor a pescado frito todos los alrededores de la Caleta de San Pedro y como los pingüinos tienen muy buen olfato llegaron allí. La tercera hipótesis es que los pescadores preparando la fiesta habían botado muchas colas y restos de pescado al mar, entonces el mar en esa caleta se había convertido en un verdadero Edén para el deleite de estos tres excursionistas. En todo caso, el hecho concreto era que los tres pingüinos estaban encantados de la vida escuchando el concierto y al mismo tiempo se veían muy satisfechos. Lo más probable es que seguramente movían la cabeza apenas alguien decía, ¡salud!

Nota:
Foto 1: 1921 Juana Gallais y Luis Aurelio Sepúlveda- Valdivia

“De tahúres, policías, cabañas y cinturones”

Febrero 2006
Camino de Lo Orozco
Anécdota relatada por Cecilia Doggenweiler A.

1.-Prefacio
Como en aquella conocida y antigua leyenda “Las mil y una noches”, para mantener a Raúl siempre en contacto con la sana alegría de vivir acompañado ya sea de la sonrisa, de la risa, o quizás también de unas risotadas, estoy obligada a sacar del baúl de los recuerdos y narrar una anécdota optimista cada semana, ya que tanto él como yo estamos encadenados voluntariamente al positivismo.

2.-Narración
En aquellos meses de verano en que viajamos a Chile logramos disponer de un auto, andábamos orgullosos de tener esas alas, con las que podíamos movilizarnos a nuestras anchas.

La historia comienza una vez que veníamos de vuelta de Santiago, después de haber ido y vuelto unas cinco veces. Nos habían contado que un gran amigo, al que no veíamos hace como 20 años, se había comprado una parcela en el camino de Lo Orozco, cerca de la iglesia de Lo Vásquez, que está en la regia autopista que une a Santiago con Valparaíso. Cada viaje que hacíamos en auto a la capital nos preguntábamos dónde estará exactamente esa parcela de nuestro amigo.

Cuando indagamos en la iglesia de Lo Vásquez, el curita nos dijo, “ese señor que ustedes buscan, por el apellido, debe ser el que tiene unas cabañas en el camino de Lo Orozco, que sale desde aquí mismo y va a Viña, y ésas están ubicadas a unos 2 kilómetros más adelante de un pequeño puente, pasado este puente primero encontrarán un par de negocios que hay instalados a la orilla del camino. Pero para llegar a las cabañas hay que salirse del camino y entrar por un portón pasado esos negocios y no se cómo explicarles más exactamente, porque no hay ningún letrero señalizando”. Guiados por esa indicación, cada vez que pasábamos por ahí mirando, sucedía que, o íbamos apurados a Santiago, o veníamos a la costa muy tarde y cansados. Pero un buen día que regresábamos temprano a Quilpué, a eso de las 3 de la tarde, dijimos, ahora tenemos tiempo para pasar a saludar a Fuchslocher.

Raúl me dice, “disminuye la velocidad Cecilia, tenemos que ir mirando lo que nos dijo el curita, que podemos fácilmente pasarnos, ya que sorpresivamente puede aparecer el portón de la entrada”. Dicho y hecho, atravesamos el puentecito, apareció el portón del primero de los negocios y tuve que girar abruptamente a la derecha. Felizmente el portón estaba abierto y me encontré con un amplio patio, giré hacia la derecha para dejar el auto bajo la sombra de unos frondosos árboles, frené sin darme cuenta frente a frente a una mesa alrededor de la cual se sentaban seis hombres.

Las cosas se sucedían con tal rapidez que Raúl se olvidó que para ir descansado viajaba con el cinturón del pantalón desabrochado. Frente a la susodicha mesa yo le dije, “pregúntales a ellos mismos sobre las cabañas de Fuchslocher”. Notamos que los seis hombres tenían la vista fija en nosotros, que estábamos a escasos 3 metros de ellos. Raúl entreabre la puerta del auto, da un paso afuera y se le caen los pantalones hasta los tobillos, afortunadamente la puerta hacía el papel de un biombo. Raúl abre más la puerta como si corriéramos la cortina de un escenario y las miradas de las personas se dirigen hacia un grueso cinturón de suela, que daba la impresión de que Raúl portaba pistolas por lado y lado. Se trata de que el cinturón que él usa para la hernia inguinal es igual al cinturón usado en el Oeste para llevar los pistolones. Uno de los jugadores cubre de inmediato con sus manos los billetes que están al centro de la mesa y los demás ocultan cuidadosamente sus naipes. Raúl, con su voz que más bien suena como la un agente policial español, pregunta de un viaje sin siquiera saludar, “¿conocen a Fuchslocher?” No queriendo denunciarlo nadie dice nada, pero apuntando con el dedo le dicen que le pregunte a otras dos personas que atendían el negocito un poco más adentro. Los hombres guardan un silencio absoluto. Raúl cierra un poco la puerta del auto y se sube cuidadosamente los pantalones.

Mientras yo permanecí en el auto como cuidando al grupo mafioso que permanecía absolutamente inmóvil en torno a la mesa, Raúl se fue solo y le preguntó de lejos en voz alta con su acento no muy usual por esos lados a los que estaban en el mesón, si sabían dónde estaban las cabañas de Fuchslocher. Los seis jugadores clandestinos habían suspendido sus actividades convencidos seguramente de que tanto Raúl como yo pertenecíamos al Comando Policial Anti-Droga y Juegos Delictivos. Nadie se movía, solo escuchaban lo que hablaba Raúl en voz alta con los dueños del boliche. Una de estas dos personas que atendían el negocio, preguntándonos si íbamos para la costa, nos informó detalladamente a viva voz, que teníamos que seguir en el auto alrededor de un kilómetro más adelante y entrar por otro portón, que según las indicaciones que nos daba resultaba más recóndito aún que por el que habíamos entrado. El otro joven que estaba en el mesón nos aseguró que Fuchslocher no estaba precisamente ese día ahí en sus cabañas, que se había ido a Santiago a hacer trámites y nos agregó que de todas maneras podíamos ir, porque siempre había otra persona que lo reemplazaba.

Todo parecía indicar que éramos dos policías que buscábamos al dueño de las cabañas por algo de mucho apuro. En ese momento a uno de los tahúres, por algún detalle y
razonando con más calma, se le iluminó la ampolleta y descubrió que existía una segunda hipótesis, descartando que éramos policías. Era la suposición del más joven de los seis jugadores y que parecía cabecilla del grupo y entonces éste entrando en confianza se atrevió a hablar y dirigiéndose a Raúl, sonriendo y con una picardía reflejada en la cara y acompañado de una sonrisa de complicidad disimulada dibujada en la cara de los otros cinco, le dijo: “¡ahí no mas caballero, vaya en el auto a la laguna que está ahí a la vueltecita!”

Raúl entra al auto y me dice, “como los juegos del naipe apostando dinero están aquí muy prohibidos, ahora recién se les terminó el miedo a los jugadores. Mira como sacaron a relucir sus cartas, ya cacharon la onda de que no somos policías y que simplemente yo busco desesperadamente las cabañas para otra cosa...”

Aguantando el deseo de reírnos echamos a andar el auto, salimos al camino, seguimos viaje y por todo lo anecdótico del asunto, yo que ya no podía manejar riéndome, tuve que detener el auto a orillas del lago un largo rato para reírnos...

3.-Cierre
Posteriormente hicimos unos 20 viajes a Santiago y en los restantes, después de esta anécdota, cada vez que pasamos por este bienaventurado lugar nos miramos con Raúl y sin decirnos una palabra no aguantamos la risa y nos preguntamos, ¿Hasta cuándo el pasar por este lugar nos producirá el placer que da el encanto maravilloso de la risa? Fue tan solo una anécdota de unos 10 minutos que nos ha hecho reír una infinidad de veces, que sumadas cada vez que pasamos por ahí o recordamos esta anécdota son probablemente muchas horas de sana y saludable risa.

Nota:
Foto 1: 2006 Camino Lo Orozco.

Foto 2: 2007 Laguna camino Lo Orozco.

“¡¡¡ BAAARCO A LA VISTAAA !!!”

Sucedió en un invierno chileno, mientras en Alemania era verano.

Tragedia de barco en el Hemisferio Sur visto desde el Hemisferio Norte.
Increíble, pero cierto.

Protagonistas: Raúl Buholzer M. y Aníbal Vivaceta L.

Raúl y Aníbal, ambos septuagenarios, son amigos desde que se iniciaron como Profesores en la enseñanza. Aníbal en Química y Biología y Raúl en Matemáticas y Física. Como consecuencia del golpe militar Raúl y Aníbal debieron separarse de Hemisferio, Aníbal trabaja aún en Chile y Raúl debe vivir en Dortmund, en el centro de Alemania. Esta enorme separación de distancia y tiempo no ha podido poner término a una larga y anecdótica amistad.

Raúl es un asiduo lector de los diarios de Chile por medio de internet. Un buen día, a las 12 del día, se lleva la sorpresa de ver como un enorme barco de carga de casi 400 metros, destruía un malecón que había sido inaugurado hacía muy poco tiempo antes por las autoridades del gobierno democrático de Chile. El barco destruía con sus enormes coletazos este preciado y costoso malecón, que se internaba 200 metros al interior del mar y el temporal terminó lanzando el barco a tierra y finalmente encallándolo en la playa. Mientras Raúl miraba este suceso en internet en vivo y en directo, la dirección del diario colocaba una tras otra diferentes secuencias de fotografías y el reportaje por escrito del diario El Mercurio de Valparaíso cambiaba las trágicas informaciones minuto a minuto.

Siendo las 12 del día en Dortmund, a Raúl se le olvidó la diferencia horaria, de 6 horas y ante este insólito hecho llamó por teléfono de inmediato a Aníbal.
Raúl: “¡Aló Aníbal!”
Aníbal: “¡¿Sabes la hora que es ...?!”
Raúl: “¿Y tú sabes lo que tienes frente a tu ventana ...?”
Aníbal: “Déjate de leseras y dime por qué me llamas a esta hora, aquí todavía está oscuro, deben ser cerca de las 6 de la mañana.”
Raúl: “Mira luego lo que tienes detrás de tus vidrios, porque lo que allí hay pudo entrar a tierra firme y también botarte tu edificio a coletazos.”
Aníbal: “¡Te estás chiflando, me hablas de alguno de esos tiburones gigantes que has visto en las películas de terror!”
Raúl: “¡No ...! Se trata de que un enorme barco de carga que acaba de destruir casi todo lo que está en la playa frente a tu edificio, además barrió también hasta el puertito de la Caleta Portales. ¡Levántate ... y míralo mejor de una vez por la ventana!”
Aníbal: “¡Ah! Tú estás por bromear, acabas de llegar de Alemania y estás aquí abajo. Ahora caigo, necesitas que baje a entregarte las llaves de tu casa.”
Raúl: “No te pongas a suponer tonteras, te estoy llamando desde Alemania. Mira por la ventana y después seguimos conversando. Muy sencillo, corre las cortinas de tu departamento y quedarás estupefacto.”
Aníbal: “Tenías razón. ¡Que tremenda cagá dejó este barco, está ocupando toda la playa y de aquí del balcón no le alcanzo a ver la popa. No lo vamos a poder hacer sacar, ni quizás en medio año. De inmediato voy a despertar y a avisarle a todos los vecinos, porque como tú sabes, yo siempre he tenido responsabilidades en esta comunidad del edificio. Me pregunto, ¿Cómo crestas puedes estar mirando el barco desde Alemania, si todavía se está balanceando con las enormes olas que aún lo están arrastrando y subiendo más adentro de la playa?”
Raúl: “Yo creo que es la primera vez que transmiten en directo por internet desde Chile un suceso fenomenal de características así tan especiales. El que yo lo haya visto justo en el momento en que destruía la caleta no es una extraña coincidencia, ya que todos los días leo los diarios de la zona precisamente a mediodía, a las 12, cuando allá son las 6 de la mañana, a consecuencia de la diferencia horaria. A raíz de la media cuática que tienes frente a tu casa, me había olvidado que allá es tan temprano y que todavía no aclara.”
Aníbal: “Voy a avisarle de inmediato de este asunto a los vecinos y a tratar de hacer una reunión urgente con todos los propietarios de la comunidad para que tomemos medidas de emergencia, ya que las destrucciones en la Caleta y el enorme barco encallado frente a nuestros departamentos es un problema bastante serio para todos nosotros y para las autoridades de esta región.”
Raúl: “Entonces te voy a cortar la comunicación. Chao, te llamaré de nuevo para saber cómo se las arreglan allí en Valparaíso para sacar esa inmensa mole de barco de allí.”

Raúl: “¡Hola Aníbal! Te he llamado repetidas veces durante esta última semana y no me has contestado, a parte de lo que he leído en los diarios chilenos, quiero saber qué ha sucedido con ustedes a raíz del barco siniestrado.”
Aníbal: “He estado estos últimos 10 días ocupado casi las 24 horas en puros problemas relacionados con el desastre que dejó este inmenso barco. Te cuento que hice la reunión con mis vecinos ese mismo día y cuando en mi intervención conté, que mi amigo Raúl desde Alemania me había informado lo que estaba pasando frente a nosotros, se quedaron perplejos. En pocos minutos más tenemos nuestra reunión diaria.”
Raúl: “Estimado Aníbal, espero que después de esta experiencia y antes que llegues a viejo, te compres un computador. Ya lo ves que gracias a internet, hoy día es posible que podamos saber desde el otro lado del mundo lo que le está pasando a un amigo que se encuentra en el otro Hemisferio de la Tierra. Esto es un regalo de las nuevas técnicas originadas por los avances incesantes de la revolución de los microprocesadores. Bueno, te llamo otro día. Chao, chao.”


Nota de Cecilia Doggenweiler A., que ha recogido parte de esta interesante anécdota entre dos viejos amigos:

Fue una curiosa anécdota, cuyos protagonistas se encontraban en dos puntos casi antípoda de la Tierra y sin embargo, fueron los informantes ante la comunidad afectada de los edificios habitacionales de la Caleta Portales.

Este es un hecho insólito desde el punto de vista del periodismo. No hay dos periodistas que hagan un reportaje instantáneo de un hecho insólito, inesperado, único y a personas ubicadas a más de 15.000 Km de distancia, esto es, a puntos en el otro lado del mundo. Además se pasaron, porque pusieron en alerta a personas que podían haber sido damnificadas ¡Que tal, asombroso, ¿no?!

Nota:
foto 1: Caleta Portales- Valparaíso
foto 2: 1996 Raúl frente a Caleta Portales
foto 3: 20030425 Aníbal, Raúl y Cecilia- Caleta Portales

“Todas para uno y uno para todas”

Septiembre del 2005

Protagonistas principales: Raúl y quien escribe Cecilia.

Era un domingo y nos disponíamos los dos a viajar de Dortmund a Colonia, íbamos cargados con unos bolsos a tomar el Metro para combinar en la Estación Central con el tren a Colonia. Raúl tenía alergia a la escalera de bajada que conduce al Metro, ya había reclamado varias veces, porque la persona que hacía el aseo dejaba el tubo pasamanos con grasas y esto lo indignaba. Ese día íbamos muy apurados, la escalera mecánica solo funcionaba para subir y no trabajaba el ascensor. Raúl empieza a bajar la larga escalera regañando, ya que debía ir bajando afirmándose con una mano del pasamanos de la escalera mientras la otra mano la llevaba ocupada con su equipaje. En la mitad de la mentada escalera se produce la caída de Raulito (76) por estar super aceitado el pasamanos. Rueda 3 peldaños, le duele la pierna y la rodilla como caballo y por esto el viaje a Colonia se posterga. Pasan varios días y la hinchazón a la canilla no desaparece, muy por el contrario aumenta.

Nos dirigimos a la Clínica de Accidentes, donde trabajan 2 médicos y media docena de enfermeras. El médico lo atendió muy bien por ser muy amigo, además, de su cardiólogo el Dr. Herzkönig Golling. Lo sometió a un tratamiento de ultrasonido aplicado a la canilla, tuvo que ir diariamente durante 2 semanas a la Clínica y como la hinchazón no cedió, entonces el especialista decidió someterlo a una operación. Le extrajo una gran cantidad de sangre allí detenida (más de ½ litro), más de la que el médico había extraído alguna vez, según nos dijo era su nuevo récord.

Con esto de ir todos los días a tratamiento hicimos muy buenas migas con las enfermeras y con el cirujano, Dr. Kölnischwasser. Un día Raúl me habla muy fuerte en español y una de las enfermeras, Heike, lo mira muy enojado y murmura cosas contra el machismo. Yo quise salvar la situación explicándole algo sobre su paciente. En ese momento se acercaron otras 3 enfermeras y se quedaron escuchando impertérritas la historia de que Raulito, era un hombre que venía seguramente de algún extraño planeta, ya que me escuchaban perplejas de que él cocinaba, lavaba y tendía la ropa, planchaba, hacía el aseo y hasta colocaba botones y zurcía los calcetines. Se enteraban de esta historia muy atentamente y no podían salir de su asombro, dado que ellas sabían que veníamos de Latinoamérica, donde reina el machismo. Entonces una de las enfermeras muy jovencita y simpática, Juliane, me dijo, ¿no me lo arrienda por unos días? Raúl quiso intervenir y yo busqué otra conversación, porque las demás enfermeras también querían de seguro pedírmelo prestado. Claro que el tono era de una sana broma, pero quién sabe qué podría haber pasado, ya que Raulito miraba perplejo que tantas mujeres lo solicitaran...

Después de mirarse las auxiliares entre ellas, Raúl como queriendo cachiporrearse me dice al oído en español, me acuerdo de la profunda consigna filosófica de los Tres Mosqueteros, “TODAS PARA UNO Y UNO PARA TODAS”. Y yo solté la risa delante de las enfermeras y comprendí que esta era también una buena nueva anécdota que había que escribir.

Moraleja:
No alabes demasiado a tu hombre delante de ...
No cuentes los secretos conyugales y las virtudes de ..., ya que vas a tener que cuidarlo más de lo habitual. Después de esto yo tuve que acompañarlo y cuidarlo permanentemente cuando fue a las curaciones finales.
¡¡¡No soy celosa, pero sí super cuidadosa!!!

Nota:
foto 1: 20040810 Raúl en la sala de exposición del Westfallenpark.

“De cómo el marido de la viuda resucita”

Dortmund, 14.07.2006

Como hacemos habitualmente casi todas las semanas, fuimos al cementerio en Dortmund nuevamente a dejar flores, a regar las plantas y a limpiar la sepultura familiar de los Buholzer.

Era pleno verano y para no salir a la hora de intenso calor, nos fuimos muy temprano con Raúl caminando las 10 cuadras y llevamos una regadera. Él se fue con un gorro blanco, con una camisa blanca que le llegaba hasta las rodillas y que había dejado fuera del pantalón liviano también de color claro.

Posteriormente a esta anécdota que relataré más abajo, obtuvimos información detallada del otro protagonista de esta historia, Johannes.

Johannes, de 65 años, hizo esta misma madrugada una visita al cementerio para regar las plantas de la sepultura de un amigo, a pedido de la viuda del amigo, llevando varios implementos, entre ellos mochila, rastrillo y dos regaderas. El cementerio a esa hora todavía era poco concurrido, estaba casi como que penaban las ánimas. Mientras arreglábamos la sepultura de Martita vimos pasar a Johannes con las dos regaderas vacías rumbo a la pileta. La sepultura de Martita queda prácticamente al lado de la pileta central del sector. Mientras Johannes se encargaba de llenar las regaderas, Raúl salió a dar una vuelta a los alrededores haciendo un plan para traer una banca que estaba en las cercanías inmediatas y colocarla frente a la sepultura familiar.

Caminando Raúl por un estrecho pasillo con sepulturas a ambos lados, a pocos metros de donde yo estaba regando, le aconteció aquí el hecho anecdótico insólito. De repente ve Raúl que viene este hombre agachado mirando al suelo portando sus dos regaderas ahora llenas de agua. Raúl haciendo una atención, para que Johannes pase con sus regaderas, se subió rápidamente a una sepultura. El hombre de las regaderas cree que Raúl sobre la sepultura de su amigo y totalmente vestido de blanco es su amigo que se levanta de la ultratumba y pega un enorme grito, soltando las regaderas. Ante ese grito Raúl se asusta tanto como él y le dice, apuntando en la dirección a la sepultura donde estaba yo, “yo soy de allí” (“ich bin von dort”). Pero donde Raúl apuntaba había otra sepultura y Raúl quería indicar detrás de ésa, donde estaba yo parada. Después que Raúl dijo eso el hombre se puso más pálido todavía. Johannes se comenzó a calmar y a comprender que Raúl no era el fantasma de su amigo; pidió disculpas diciendo que Raúl se parecía mucho a su amigo que había fallecido no hace mucho tiempo. Johannes quiso arreglar su situación de miedo insostenible y pasó a conversarnos y a contarnos algo de la historia de su amigo fallecido y de su amiga. Curiosamente la viuda le había pedido ese mismo día muy temprano que él fuera a regar las plantas de la sepultura de su marido y nosotros, como buenos chilenitos, concluimos en que el hombre o era un vecino de mucha confianza o ... Esta es la vida ingenua de muchos alemanes.

Después que Johannes se fue nos reímos a carcajadas y nos acordamos de la canción: levántate hombre flojo, sale a pesca-ar, sale a pesca-ar, ...

Nota:
foto 1: Edificio departamentos de Yenny y Raúl, en Dortmund.
Foto 2: 2005.09.03 Raúl y Yenny Buholzer - Sepultura familiar Cementerio Dortmund.