domingo, 18 de enero de 2009

El padre y su primogénito

Publicado por Aída María Román

Parecido entre Alberto Buholzer Schraub y su hijo Raúl Buholzer Matamala.

jueves, 15 de enero de 2009

“Mi padre, Alberto Buholzer Schraub”


Historia transcrita por Aída María Román para las memorias de Raúl Buholzer.
Enero 2009.

Los Ferrocarriles del Estado fueron en Chile su columna vertebral, se unía a la capital de Chile, Santiago, con gran parte del Norte y hacia el Sur hasta Puerto Montt. Por ejemplo, desde la capital hasta este puerto hay alrededor de 1000 kilómetros. De trecho en trecho se separaban ramales de alrededor de 60 kilómetros para ambos lados, tanto hacia la cordillera como hacia el mar, con cuatro o cinco estaciones cada uno. Chile era un país envidiado que gozaba de este excelente medio de comunicación. Además este ramal del ferrocarril, que iba de Freire a Cunco, se utilizaba para el transporte de la gran cantidad de madera que había en esta región. Los Laureles fue fundado en un terreno de una extensión de cerca de 50 hectáreas y en ésas se proyectaron 20 manzanas, en las que vivían unos 800 habitantes, en un total de alrededor de 320 casas; asimismo había una escuela, una plaza, una iglesia y un cementerio. Está ubicado en dirección Sureste de Temuco, a unos 70 kilómetros de distancia. Este pueblo le debe su nombre al hecho de que esa zona estaba cubierta de bosques de laureles, cuya madera es muy preciada para la fabricación de muebles.

Don Alberto Buholzer tiene una linda historia a pesar de su corta vida. Fue amigo de personas que llegaron a ser destacados prominentes. El partido político que él abrazó, cuando recién se estaba constituyendo, triunfó en las elecciones presidenciales durante muchos años.

Raúl me entregó por escrito la historia de su padre, Alberto Buholzer Schraub, en la que hace recuerdos con Raúl Rettig, con Pedro Aguirre Cerda y con su propia infancia. Yo transcribo textualmente a continuación esta parte de su historia familiar y una parte de la famosa campaña presidencial de don Pedro.

“¿Quién fue Alberto Buholzer Schraub? 1894-1936
Mis abuelos, Alberto Buholzer Hochstrasse (1850-1915) y Rosa Schraub Feldbausch (1870-1960) fueron uno de los matrimonios fundadores de Temuco. Tuvieron siete hijos: Juan, Elisa, ALBERTO, Bernardo, Edmundo, Emilio, Marichen y Enrique hermano de madre. Mi padre Alberto Buholzer Schraub permaneció soltero hasta la edad de 35 años. Él debió quedar con la responsabilidad haciendo de cabeza del hogar de mi abuela, quien aún tenía que velar por cuatro de sus hijos menores y Bernardo enfermo inválido. Por suerte él era alto y fornido. En ese tiempo de soltería además apadrinó a un niño llamado Raúl Rettig a quien ayudó en su educación hasta hacerlo profesional, él fue posteriormente un destacado abogado, distinguido senador y defensor inclaudicable de los Derechos Humanos”.

“Mi padre se casó con Clotilde Matamala Videla en 1927, vivieron en Los Laureles y tuvieron tres hijos: Raúl, Luis y Alberto. Mi padre estaba muy bien conceptuado en el Consulado Suizo. Me contaba mi madre, que él estaba tan chocho conmigo que cuando yo nací en 1929, en plena crisis, en el negocio anexo al Consulado consiguió comprar varias cosas para mi, entre ellas un rollo con una enorme cantidad de metros de suavísima franela importada suiza que duró varios años”.

“Según mi madre, mi padre insistió en que mi primer nombre sea Raúl, tal como el joven Raúl Rettig (1909-2000) apadrinado y protegido por la familia. Cuando me fui a estudiar Matemáticas al Instituto Pedagógico, mi madre me pidió en repetidas ocasiones que recurriera en Santiago a Raúl Rettig, que era un connotado Ministro de Relaciones Exteriores y recién elegido senador por Bío-Bío, Malleco y Cautín en esos años. Mi madre deseaba que le pidiera ayuda y orientación para resolver los problemas que se me presentaran relacionados con la universidad. Yo tenía una especie de orgullo personal y creí siempre que podía salir adelante absolutamente solo. A Raúl Rettig lo conocía solamente de las veces cuando él estudiaba en la universidad y llegaba a nuestra casa a Los Laureles, algunos fines de semana. Mi padre lo trataba como a un verdadero hijo y nuestra casa era su casa. Él me estimaba mucho según mi madre, porque éramos tocayos y no por casualidad, mi nombre me lo habían colocado precisamente por él y esto a Raúl Rettig lo estimulaba a considerarse parte más real de nuestra familia. Cuando niño escuché, más de una vez, que se hacía alusión a que Raúl Rettig era un familiar nuestro. Si esto era verdad, nunca lo pude tener muy claro. Mi padre Alberto era un alto dirigente y fue de los fundadores del Partido Radical en la zona sur”. historiasderaul.blogspot.com/2007/07/mi-madre-clotilde-matamala-videla.html

“Pedro Aguirre Cerda cuando era candidato a la presidencia, en 1936, llegó en el tren presidencial a Los Laureles invitado por mi padre Alberto Buholzer y por Raúl Rettig, que desde muy joven fue dirigente de la juventud del Partido Radical. Partido que tomó ideas liberales, con un claro programa de que gobernar es educar y que fue defensor inclaudicable de los Derechos Humanos. Cuando se iniciaba el acto de recibimiento junto con un par de niños le cantamos, -Quién será, quién será presidente, Pedro Aguirre que va por el Frente y el pueblo valiente lo elegirá, ...- Pedro Aguirre me hizo unos cariños en la cabeza y en broma mis tías me dijeron que este gesto era muy importante, por lo que yo me aproveché de esto y no me dejé lavar el pelo durante un mes. Don Pedro y sus acompañantes fueron hospedados por mi padre en su Hotel Los Laureles, que era de dos pisos y quedaba frente a la estación de los ferrocarriles, en este mismo pueblo. Allí se formó un gran comité por Pedro Aguirre Cerda, presidido por mi padre, que atendía a los cinco pueblos del ramal ferroviario que iba de Freire a Cunco. Don Pedro y su comitiva fueron invitados además por mi padre a un asado en nuestra casa y luego siguieron en el tren presidencial en su incansable viaje de campaña ese mismo día hasta los pueblos cordilleranos del Este, Las Hortensias y Cunco. Pernoctaron de nuevo en nuestro hotel en Los Laureles y al día siguiente el tren especial llevó a don Pedro a los pueblos Choroico y Freire, situados en dirección al mar, es decir al Oeste. Un par de días después estuvieron en una gran concentración en Temuco”.

“Un cuñado de mi madre, Martín Peigna, que era maderero en la zona, posteriormente recordaba que don Pedro Aguirre Cerda, cuando era candidato, le había ofrecido a mi padre el cargo de ministro. Por esto lamentaba doblemente mi tío Martín la sorpresiva muerte de mi padre antes que asumiera don Pedro la presidencia”.

“Para mi padre el Liceo de Hombres de Angol era lo mejor que existía y por esto quería no sólo a su liceo donde estudió hasta terminar las humanidades, sino a todo Angol. Lo mismo sucedió con Los Laureles, se apasionó tanto por este lugar, que teniendo dos fundos que administrar no quiso salir de esta pequeña aldea que él había hecho surgir como la más importante de los cinco pueblos de este ramal. La Escuela Pública de Los Laureles fue una obra directa de mi padre Alberto y regaló casi toda la madera para su construcción. Allí cursé yo el primer año de preparatorias. A él lo nombraron para que proponga al personal de servicio y a los docentes. También personalmente mi padre organizó la sede del Registro Civil para Los Laureles y los pueblos de sus alrededores. El Civil vivió en el hotel de mi padre y participaba en las tertulias en casa de nuestra familia”.

“Normalmente un dirigente del Partido Radical no es una persona poseedora de muchos bienes materiales, pero mi padre hacía excepción a esta regla. Esto se debía a que mi abuelo Alberto Buholzer Hochstrasse, siendo un industrial acaudalado en Suiza, le dejó una herencia. Mi abuelo Alberto era un hombre muy progresista de ideas igualitarias, con religión luterana y mi abuela Rosa y sus hijos, en general, fueron todos tolerantes luteranos. Mi abuelo siguió con sus ideas progresistas en Chile, creía que debíamos tener condescendencia absoluta con los mapuches. Estimaba que no se respetaban los hoy así llamados Derechos Humanos, con los autóctonos. No se juzgaba a nadie como correspondía por matar a un aborigen. Los araucanos no tenían los mismos derechos que lo chilenos y tenían un -Juzgado de Indios-, en la ciudad de Temuco, con un juez que no era precisamente un mapuche. Mi padre a su vez acogió las nuevas ideas que movían al Partido Radical, gobernar es educar. Según mi padre, con la educación se abren las puertas del entendimiento a la tolerancia. La educación permite convivir con todas las personas, cualquiera sea, el color de su piel, su credo político o religioso”.

“Como yo algo anticipé, después que falleció mi abuelo, mi padre Alberto Buholzer Schraub recibió una gran herencia enviada por medio del Consulado Suizo de Santiago. La herencia fue originada por la venta (2 millones de dólares actuales aproximadamente) de un castillo en Suiza, que era propiedad de mi abuelo y que fue repartida entre sus siete hijos. Todos los herederos se compraron grandes propiedades. Por ejemplo, mi tío Edmundo logró comprarse con su parte de la herencia un enorme restaurante en el centro de Santiago, un camión, además un auto y le quedó capital para desarrollarse”.

“Mi padre logró comprar y fundar con la parte heredada lo siguiente.
1.-Se asoció con su hermana Elisa y compraron el gran fundo Los Laureles, que enseguida lo dotaron con la maquinaria más moderna de ese tiempo.

2.-Compró un terreno de 200 hectáreas que colindaba con el camino que va desde Los Laureles a Cunco. Esta propiedad tenía un canal de regadío y limitaba al sur con el río Trompulo. Esta propiedad la explotaba con sembrados y animales, vacunos, equinos y especialmente porcinos.

3.-Organizó un negocio de abarrotes y otros, Almacén Los Laureles, ubicado frente a la plaza de este lugar, en el terreno propiedad de mi padre.

4.-Fundó la Fábrica de Cecinas Los Laureles, constituida por una casa y galpones que estaban ubicados en la misma manzana, a 30 metros de la casa habitación. En uno de esos galpones funcionaba una fábrica de jabón, uno de esos tipos de jabones, el llamado Jabón Gringo, se hizo muy popular en la zona de Temuco y después en otras ciudades.

5.-Construyó un molino de 2 pisos y medio, Molino Los Laureles, muy original para la zona, movido mediante poleas, cuyo movimiento provenía de las aspas de una rueda que era movida por medio de las aguas procedentes del río. Estas aguas a su vez eran traídas a través de un largo canal.

6.-Construyó una serie de chiqueros con cientos de cerdos, ubicados después del molino sobre el canal en una minuciosa construcción de madera enrejada. Se alimentaban con el afrecho del molino.

7.-Fundó una fábrica de refrescos, cuya materia prima eran concentrados de fruta. El agua que usaba para hacer estos envasados se tomaba de una vertiente subterránea, sobre la que se construyó la instalación de esta envasadora. Combinaban el líquido con el concentrado y le inyectaban presión para darles durabilidad. Esta fábrica la atendía su concuñado Douglas. Le pegaban a los refrescos una etiqueta que decía, Buholzer - Douglas.

8.-Instaló una planta generadora de electricidad para la atención domiciliaria y el alumbrado público del pueblo de Los Laureles. Estando en Santiago contrató y llevó a este pueblo a un especialista francés recién llegado al país, Luis Masicot. De este modo Los Laureles fue el primer pueblo de este ramal que dispuso de este nuevo y ansiado adelanto tecnológico.

9.-En un terreno de una manzana frente a la Estación de Ferrocarriles de Los Laureles construyó siete casas. Casa habitación central de mis padres y del almacén. Hotel. Depósito de envasado de refrescos. Casa de la planta eléctrica, donde vivía la familia francesa. Casa del contador, Alfred Gunkel. Casa de la carnicería, Yito Bravo. Casa en la que vivieron mi abuela materna, Luisa Videla viuda de Matamala y sus cuatro hijas; aquí vivió también mi tío abuelo Juan Schraub Feldbausch.

10.-Construyó el Hotel Los Laureles, el que según tengo en mi memoria estaba rodeado por jardines muy bonitos. Después que mi padre se tituló de ingeniero, se especializó en química. Usando estos conocimientos logró instalar un moderno laboratorio para desarrollar las fotografías. Los pasillos del hotel estaban adornados con fotografías de personas y panorámicas de la región. Este era una especialidad que hacía mi padre con una de las primeras máquinas fotográficas buenas encargada a Suiza por medio del negocio del Consulado de este país. En este hotel se hospedaban los madereros, los dueños de aserraderos, los vendedores de mercaderías para los negocios y los campesinos que iban a tomar el tren de la mañana a Temuco. Este hotel era administrado por el hermano menor de mi padre, el tío Enrique Buholzer Schraub, quien tenía también a su cargo al personal de servicio”.

“Mi padre falleció, cuando él se desenvolvía como dirigente para toda esa región, en plena campaña electoral presidencial de Pedro Aguirre Cerda. A esa fecha era él muy joven, sólo tenía 42 años y yo siete. Fue enterrado en el Cementerio Principal de Temuco. Fue una persona activa, dinámica, jovial y de una personalidad muy alegre. Era muy querido por toda la comunidad de Los Laureles y sus alrededores y en forma muy especial por su familia y Raúl Rettig”.

Nota:
foto 1: 1936 Alberto Buholzer Schraub.
foto 2: mapa de la zona.

lunes, 5 de enero de 2009

“Aventuras con mi moto inglesa de carrera”

Década del 50.
Anécdotas recopiladas por Aída María Román.

Como la agilidad de Raúl Buholzer para atender sus almacenes, la fábrica de carbón vegetal para el carburo y para hacer los trámites en sus cuatro cuentas bancarias era tan grande que yo no me la explicaba, le pedí a Raúl que me cuente cómo lo hacía. Resultó que el actor principal de esa tremenda agilidad era una moto inglesa de carrera.
A continuación podrán ustedes leer el relato que Raúl hizo de su caballo metálico robótico, el que en un momento de su historia, entre otras gracias, le causó un menudo susto a toda la Municipalidad de Lanco.

“Al volver de estar estudiando en Argentina el Doctorado de Física Teórica, en el año 1953, me casé con Marta, me fui a vivir a Malalhue y tuve una hija”.

“Acostumbrado a comprar en los remates en Santiago mercaderías para los almacenes de mi madre, en una de estas subastas me compré una moto con mucha historia. Según el martillero, con esa moto inglesa, marca Rodge, se había ganado una carrera efectuada en Chile un par de años antes. El famoso corredor inglés la había dejado en el Hotel Carrera de la capital en parte de pago. Como no apareció ese corredor inglés en la fecha oportuna la moto salió a remate. Afortunadamente para mi había muy pocos postulantes y la rematé en muy buenas condiciones. La llevé al sur de Chile colocándola en el carro de equipaje del mismo tren en que yo viajaba ese día hasta Lanco. Retiré la moto del equipaje y me fui en ella a mi casa, cuando llegué a Malalhue noté que la moto tiraba poco. Tenía poca fuerza y estaba echando humo por el tubo de escape. La tuve guardada en el garaje durante unos meses”.

“Felizmente apareció en el pueblo preguntando por mi un mecánico chileno, Antonio Álvarez, que trabajaba en Buenos Aires. Esto fue una casualidad muy bienvenida. Antonio fue informado que yo era un chileno argentino como él. Él venía a Malalhue en busca de su único tío, ya que sus padres habían fallecido en Argentina. Desgraciadamente le tuve que decir que su tío también había fallecido y que estaba enterrado en el cementerio del lugar. Hablamos muchísimo sobre Argentina y en el momento de despedirse se me ocurrió preguntarle sobre su profesión y salió a la conversación la moto. De inmediato le fui a mostrar la moto y le conté su historia. Él conocía casi todos los tipos de motos, trabajaba precisamente en Buenos Aires en un taller de motos de carrera. Al hacerla andar le diagnosticó rápidamente lo que tenía. Me dio un susto cuando me dijo que el motor había que desarmarlo parcialmente y cambiarle los anillos. Al día siguiente, dicho y hecho, comenzó a desarmarla, le sacó los anillos y me los entregó para que compre de los mismos en Temuco. Me dijo Antonio, -si no hay allí, que me los encarguen a Santiago y si allí no los hubiere, entonces hay que encargarlos a la dirección que yo le di en Buenos Aires-. Mientras tanto le busqué un hospedaje y le di dinero por el trabajo ya realizado. En Temuco no tenían los anillos, por lo que los encargaron a la capital y una semana después Antonio armó la moto con nuevos anillos. Quedó flamante. Según el mecánico, no hay en Chile quien pueda ganarle a correr a esta nueva moto. Pensaba volverse inmediatamente a Argentina, pero yo lo convencí que se quede a lo menos durante ese mes en que yo le había pagado el alojamiento. Se quedó, me arregló la moto y tuvo otros trabajos durante ese período. Antonio fue mi salvación para el arreglo de la moto y la movilización entre mis negocios”.

“Para aprovechar al máximo la potencia de su motor las motos de carrera de ese tiempo tenían escape libre. Su ruido hacía huir espantados al ganado vacuno y a los equinos, no así a los perros que inmediatamente ladraban y seguían a la moto. En todas las calles, de estos pueblos chicos, se juntaban siempre muchos perros callejeros y cuando ellos se acercaban a la moto, yo debía acelerar aún más. Mi corpulenta moto era todo un lujo en potencia y calidad. Su potente motor y batería hacían que la moto fuese pesada y que también llevase neumáticos relativamente gruesos. El ruido emitido hacía salir con preocupación a las personas de los pueblos chicos a mirar por las ventanas a este insólito vehículo que pasaba tronando por la calle. Como en la zona no habían otras motos la Municipalidad no otorgaba ni exigía patentes. Tampoco era obligación usar casco de protección, ni existía control alguno de velocidad, ni carné de conducir de ninguna clase, ni pagos de permiso de circulación, etc., etc”.

“En ese tiempo no había una sola moto, aparte de la mía, en toda la región desde Lanco a Panguipulli. Y estos otros tipos de motos especiales de carrera no eran conocidas ni en Temuco, ni tampoco en Valdivia. Mi moto inglesa de carrera despertó tanto interés que aparecieron varios interesados en comprármela, yo ya no la quería ni vender ni cambiar por un auto. Antonio le acomodó un buen y seguro asiento atrás y en él se sentaba Marta para llevarla diariamente a la escuela. Premiaba todos los días con un paseo en moto por el pueblo de Melefquén al mejor alumno de la escuela durante el día donde trabajaba y era directora Marta. Cuando la iba a dejar los alumnos me esperaban correctamente formados. Ellos se esmeraban en ganar este premio, les encantaba la moto quedaban felices después de haberse subido a este ingenio”.

“Un buen día debí perseguir con la moto al tren Flecha, desde Lanco hasta Loncoche y con un empleado de mis negocios sentado en el asiento de atrás. Luego José se cachiporreaba diciendo que habíamos volado, sin que la moto tocara tierra. Era tal su regocijo que no sentía las piedras y los saltos que dábamos sobre el vehículo. No existían los caminos pavimentados, los caminos eran de ripio y tierra. Sin embargo, al día siguiente de haber salido en la moto conmigo este joven me decía en las mañanas que sentía adolorida la parte trasera, pero mientras viajábamos jamás se quejaba porque le gustaba muchísimo andar en moto. La moto era tan atractiva, que otro de los trabajadores de mi negocio, que era gordito, envidiaba a José por salir conmigo a correr aventuras, las que él contaba ampliadas y corregidas. Yo llevaba a José, porque tenía el peso de un jinete de caballo de carrera”.

“En una oportunidad que me vino a ver mi amigo Hernán Muñoz, yo me ofrecí para irlo a dejar en moto a Quitratúe, que se encontraba a 80 kilómetros de distancia. El viaje era duro, aún llovía muchísimo y los caminos estaban llenos de posas de agua. Para ir a la casa de los padres de Hernán, lo más complicado del viaje era atravesar la famosa y temible cuesta de Lastarrias. Era muy alta y muy larga, los motores de los vehículos sufrían considerablemente con este enorme esfuerzo. Conjuntamente existía otro problema, era conocido que allí siempre habían algunas pandillas o grupos de malhechores. Estos echaban a perder el camino intencionadamente y cobraban precios prohibitivos por sacar a los autos de los pantanos. Tenían yuntas de bueyes preparadas para sacar a los vehículos que se atascaban en esas posas de agua. Ellos mismos las fabricaban y los autos que esquivaban una posa metían la rueda en la otra. Esta historia yo la sabía, sin embargo cuando íbamos bajando la cuesta con Hernán, cerca de Quitratúe, metimos la rueda delantera en una posa de éstas y salimos inercialmente disparados pegándonos contra el ripio de la carretera e hiriéndonos duramente las manos. Un poco más abajo estaban los tipos con las yuntas de bueyes y como ya conocíamos los malos antecedentes de ellos tomamos la moto y nos fuimos lentamente, en primera, por el pasto paralelamente a la carretera hasta esquivar a estos bandidos. Llegamos a Quitratúe, demorando más de cinco horas de viaje, totalmente embarrados y magullados. Pero estábamos en una edad en que esto no era para nosotros nada más que una pequeña aventura. La señora Sarita, madre de Hernán, quedó muy asustada al vernos llegar en esas lamentables condiciones. Un par de días después me volví a Malalhue por el mismo camino, con mucho cuidado, no tuve ningún problema, demorando sólo un par de horas en llegar de regreso a mi casa”.

“En otra ocasión, al tratar de girar a la derecha llegando a un cruce de calles, bruscamente a la moto le quedó suelto el pedal izquierdo y yo inercialmente fui despedido cayendo fuera de la calle sobre el matorral de un jardín. La moto siguió su camino, atravesó la calle y fue a parar justamente contra la Municipalidad de Lanco. Quedó con el motor andando y produciendo un ruido infernal a la entrada de este recinto. En la Municipalidad habían dos regidores que estaban muy asustados mirando por la ventana y no se atrevían a salir. El alcalde salió con su cara muy pálida y no sabía como enfrentar el asunto... Oí que el alcalde decía algo a gritos. Me levanté de entre el matorral, ahora escuchando que decía, -¿quién lanzó esta moto contra nuestro edificio?- Dice usted, ¿que yo lancé la moto? Yo no la he lanzado, le refuté, la moto se fue sola para allá. Y por último gritó nuevamente el alcalde, -¡Pare este demonio y váyase de aquí!- Acto seguido saqué la moto, le atornillé el pedal, me subí a ella y me fui. Unas cuadras más allá tuve que parar la moto para reírme a carcajadas del enorme susto que yo le había dado a las autoridades. Yo notaba que este Consejo Municipal de Lanco me respetaba mucho, probablemente porque yo era un comerciante con una cadena de almacenes, por otro lado la producción de carbón era muy voluminosa y además mi esposa era la directora de una escuela”.

“Afortunadamente no quedé nunca con ninguna pana seria botado en el camino, ya que en esos años todavía ni se soñaba en crear servicios de rescate en carretera, ni en colocar teléfonos de emergencia en los caminos. Yo era Profesor de Física y sin embargo no vaticiné, ni en broma, un futuro con teléfonos celulares, ni la aparición de un servicio de rescate aéreo mediante helicópteros”.

“Nunca, ningún vehículo me adelantó, ni camiones, ni buses, ni tan siquiera el tren Flecha. Tuve otras caídas y después de esto reduje drásticamente las velocidades. Esta moto produjo en mi un cambio muy grande, de imprudente pasé a ser muy prudente, tanto fue así que después de unos años mis amigos me bautizaron como Prudentito”.

“A pesar de algunas malas experiencias, la moto resultó ser una solución maravillosa para resolver con rapidez los múltiples problemas que se presentaban en la administración, control y conexión de mis tres almacenes de Malalhue, Melefquén y Huellahue e igualmente fue muy eficaz para atender los múltiples problemas de la fábrica de carbón vegetal. Y como ya decían mi abuelo y mi padre, ¡Confiar es bueno, pero controlar es mejor!”

Nota:
foto 1: 1953 Raúl Buholzer M.
foto 2: 1956 Raúl Buholzer M.
foto 3: mapa de la zona.
foto 4: 1953 Hernán Muñoz Álvarez.

viernes, 2 de enero de 2009

"Las 3 pasiones que me hicieron feliz y me mantuvieron optimista"


Enero 2009.

Las tres pasiones más importantes que me han impulsado a llevar una hermosa y apasionante vida con mucha felicidad y optimismo. He sido uno de los seres humanos consciente de nuestra importancia en este infinito eterno universo donde seguramente somos los únicos maravillosos homo sapiens existentes.
1.-He vivido apasionado por las ciencias Matemáticas y Físicas.
2.-Siempre permanecí luchando contra las desigualdades sociales.
3.-Dar cariño y recibirlo ha sido el motor impulsor de mi vida.

1.-He vivido apasionado por las ciencias Matemáticas y Físicas

continuará...