domingo, 16 de diciembre de 2007

“El tío Juan Schraub Feldbausch y su hermosa vida de solidaridad”

La historia de don Juan Schraub me dejó convencida de que no todas las historias legendarias de los colonos son solamente las interesantes. Raúl me contó que a la muerte de su padre vino a ayudarles su tío abuelo Juan, él le contaba muchísimas de sus interesantes aventuras e historias por el mundo y todos le llamaban tío Juan. Por sus narraciones conocí ahora en detalle la historia de como los colonos fueron tan brutalmente engañados que, creyendo esos engaños, viajaron a esas tierras chilenas prometidas, incluso con toda su familia. Por ejemplo Bernard Schraub y Elizabeth Feldbausch llevaron de Alemania a sus tres hijos, dos hijas y el pequeño Johannes o Juan. Este niño, por tantas interesantes historias que le contó a Raúl, será el centro de nuestro reportaje-recordatorio.

A sus doce años de edad debió sufrir una dura experiencia originada por la larga duración de un viaje increíble. Cuatro meses de preparación del viaje en Alemania y diez meses del viaje aterrador de Alemania a la zona de La Frontera, Sur de Chile. Se auto-educó, aprendió por el camino rápidamente parte del idioma español y como dominaba además el idioma alemán se puso a la cabeza de los colonos como intérprete. Las duras circunstancias en su lucha por la supervivencia, que debieron experimentar los colonos, lo obligaron a saltarse el paso por la hermosa juventud. No había escuelas y se hizo un autodidacta. ¡Se hizo hombre asombrosamente pronto! Antes de los dieciséis años tenía el uniforme de la primera policía chilena, creada por su cuñado Alberto con el propósito de encontrar a Esperanza, la hermana secuestrada de Juan. Él formaba parte de la primera policía chilena, llegó a ser teniente y conservó su uniforme por muchos años. Ver trabajar como verdaderos esclavos a sus padres en el campo en Chile le era insoportable. Además los mapuches desalojados de esas mismas tierras, por los españoles, amenazaban constantemente con volver a recuperarlas. Su tío Alberto Buholzer, con su imprenta, repartía folletos pidiendo pacificación y justicia. Por otro lado, aseguraba que en Europa todos los seres humanos eran tratados por igual ante la ley, o sea, tenían por lo tanto los mismos deberes y derechos. Juan admiraba todo lo que hacía su tío Alberto y por lo tanto no podía ni oír hablar de las pretensiones de algunos aventureros de usar las armas para matar a los autóctonos. Como conoció Argentina cuando tenía doce años se fue entonces, en primera instancia, a esas regiones buscando nuevos horizontes para su familia recién formada. Apenas cumplió su mayoría de edad (21) tuvo una hija con su esposa Ignacia Ubilla. Juan dejó a su esposa y a su hija con su abuela, salió desesperadamente a buscar nuevos horizontes en los otros lugares que en su infancia había conocido, pasó por Argentina y llegó trabajando como cocinero en un barco hasta Europa. Se convirtió en uno de esos pocos grandes aventureros de buen corazón. Viajó de nuevo de Europa a América y era admirado por su bondad y desinterés por el dinero que disponía, lo regalaba bondadosamente.

Don Juan Schraub tuvo, para su época, una larga vida de 70 años. Su hermosa vida fue conmovedora, era de un carácter super simpático, muy locuaz, conocía casi todos los oficios, trabajó no-solo en Chile, Argentina y Europa, sino en muchos otros lugares. Aparte del dominio del idioma alemán y castellano entendía bastante del idioma inglés. Conoció a la juventud europea y fue compañero de trabajo de los obreros, en las pesadas labores, de las minas del salitre del norte de Chile. Cuando aún no existían las máquinas extractoras de material de hoy día, él trabajó duramente, con pala y picota junto a miles de trabajadores, en la construcción de un enorme canal de riego que se extendió de la Cordillera de los Andes al Mar Pacífico, es decir, cruzaba todo Chile. Participó, por lo tanto, en las labores más pesadas y difíciles que se hacían en Latinoamérica. Raúl Buholzer lo tuvo como un ejemplar maestro y consejero en sus momentos más difíciles de su vida infantil. Tratando de quitarle una herencia llegada de Suiza, una banda de mafiosos le asesinaron a su padre cuando Raúl tenía solamente siete años, unas semanas después, intoxicaron a su madre Clotilde quien se salvó quedando con alteraciones psíquicas tan agudas que su recuperación duró casi un año. Su tío Juan, de cerca de sesenta años de edad, apareció como un ángel de la guarda a ayudar a la familia de su difunto sobrino Alberto. Vivió socorriendo desinteresadamente, más de un año, a toda la familia Buholzer-Matamala, en el pueblo de Los Laureles. Además fue un modelo de tío abuelo bonachón. Es una historia de una acción de solidaridad bellísima, la que también le pedí a Raúl que me la cuente ahora, para publicarla en su blog antes que termine este año 2007.

Raúl comenzó así:

“Esta linda experiencia de haber vivido, inmediatamente después de la muerte de mi padre, junto con mi tío abuelo Juan Schraub, no la he podido olvidar, a pesar de que ella ocurrió cuando yo tenía 7 años, o sea, hace 71 años atrás. El paso de los años nos hacen olvidar felizmente las cosas desagradables, afortunadamente los recuerdos de las cosas hermosas de nuestros seres queridos no se olvidan nunca.”

“Mi abuela Rosa me contó muchísimas e interesantes leyendas familiares, por ellas recién ahora comprendo algunas hermosas situaciones de solidaridad relacionadas con la personalidad de mi tío abuelo Juan. Él debió, a los doce años de edad, soportar un viaje de cerca de un año caminando 2.300 kilómetros al lado de carretas tiradas por bueyes. Al término del viaje lloró por días y semanas el secuestro y la posterior desaparición de una de sus hermanitas. Hacer desaparecer a un familiar es un dolor, una rabia y se siente una impotencia tan dolorosa que al contarla nos produce un punzante escalofrío. Juanito sobrevivió, pero para ello debió hacerse adulto bruscamente, a los 16 años se hizo un ejemplar policía. Lo hizo, entre otras cosas, para buscar a su hermanita secuestrada".

“Antes de referirme de nuevo concretamente a mi querido tío abuelo Juan, les contaré la increíble hazaña vivida por una caravana de colonos en su viaje de Europa a Chile. Mi abuelita Rosa me contó, más de una vez, la gran odisea que debieron soportar para trasladarse del ejemplar centro cultural del legendario Mundo Europeo a la naciente República de Chile, voy a contarles a ustedes algunos detalles de esta fabulosa proeza y a su vez presentarles a algunos de mis familiares que formaron parte de esta aventura. Este fue un insólito episodio sufrido por algunas familias europeas, engañadas criminalmente con el propósito de poder conquistar una parte inexpugnable del sur de Chile. Estas familias se vieron obligadas a recorrer 15.300 kilómetros en diez largos meses. Algunas debieron viajar incluso con niños de escasa edad, por ejemplo, Juan tenía apenas 12 años. Además viajaban con escasos medios económicos a disposición, confiados en los falsos ofrecimientos prometidos al momento de la partida. Los organizadores sacaban grandes sumas de dinero por estos proyectos. La irresponsabilidad de estos tránsfugas organizadores fue increíble, estas familias de colonos debían hacer un enorme recorrido, para llegar al sur de Chile debían recorrer un camino tan enorme, que era casi la mitad de dar una vuelta completa a toda la Tierra.”

“El sacar colonos de Europa y llevarlos a Chile fue todo un engaño, se hacía con el propósito canallescamente planificado de tener víctimas de europeos y conseguir posteriormente las ayudas de estos poderosos países que formaban Europa, para poder dominar la increíble resistencia de los Pehuenches de la -Zona de la Frontera-. La malévola táctica fue pues llevar de Europa a estos honrados e ingenuos colonos, quienes iban ignorando absolutamente lo que les esperaba. En esos años se hablaba que una buena estrategia consistía en lograr utilizar siempre en primera instancia la táctica de los chivos expiatorios. Los colonos fueron pues objeto de estas nefastas y criminales tácticas.”

“Empiezo por contarles algunos detalles de los integrantes de este increíble y trágico episodio.”

“Bernard Schraub era casado con Elizabeth Feldbausch, salieron entonces como colonos desde Alemania con destino al sur de Chile. En el año 1888 partieron en un barco, con 3 hijos: Rosina (Rosa) con 18 años, Esperanza con 16 años y su hijo Johannes con 12 años. La primera etapa de esta odisea fue viajar en barco desde Alemania a Buenos Aires. La segunda etapa de 1.600 kilómetros fue el viaje de Buenos Aires a Mendoza, la hicieron llevando sus equipajes en carreta tirada por bueyes, viajando a pié al lado de ellas con un promedio de velocidad de 10 kilómetros por día. La tercera etapa fue realizada de Mendoza al límite con Chile, que queda en el extremo superior de la Cordillera de Los Andes. La cuarta etapa fue el duro viaje desde el límite superior de la Cordillera de Los Andes hasta Santiago de Chile, andando a pié y cuidando estas mismas lentas e incómodas carretas. En resumen en estas cuatro etapas, de Buenos Aires a Santiago, recorrieron 1.600 kilómetros por los sinuosos caminos de esos tiempos, en los que todavía ni siquiera se usaba el ripio y mucho menos el cemento.”

“Después de recorrer los increíbles 1.600 kilómetros de Buenos Aires a Santiago, al llegar a Santiago, Alberto Buholzer Hochstrasse, en nombre de los integrantes de la caravana de colonos, protestó ante las autoridades chilenas de que no se cumplían los compromisos establecidos, entre los colonos y el gobierno chileno. Alberto en ese tiempo era el novio ejemplar de mi abuelita Rosina y sería su marido llegando a la ciudad de Angol. Mediante el cónsul chileno en Santiago, Alberto le comunicó pues al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile que todas las promesas para con los colonos habían sido un criminal engaño. Por ejemplo, en el compromiso con los colonos se estipulaba que desde que salieran del barco en Buenos Aires se usarían diligencias tiradas cada una por cuatro caballos para el transporte de los colonos y sus enseres. Esto no se cumplió en absoluto, ya que solamente se usaron carretas tiradas por bueyes que demoraban diez veces más tiempo en hacer un mismo recorrido y los colonos integrantes debían caminar al lado de esas carretas. Como consecuencia de esta acusación le prometieron en forma irresponsable a Alberto que para esta quinta y última etapa, de Santiago a Angol, se les pondrían entonces ahora diligencias tiradas por caballos para realizar los últimos más de 700 kilómetros de caminos. Para sorpresa de los colonos, esta promesa tampoco se cumplió, debieron seguir viajando en las carretas tiradas mediante bueyes por los infernales caminos hacia el sur de Chile. Estos caminos por las intensas lluvias de casi todo el año tenían más hoyos que partes planas.”

“Abreviando. Esta odisea comprendió en total 2.300 kilómetros en estas carretas tiradas por bueyes. Además el viaje en barco desde Alemania a Buenos Aires fue una odisea llena de temporales con barcos enormemente lentos, cubriendo una distancia de aproximadamente otros 13.000 kilómetros. Según la abuela Rosa, en estos 13.000 kilómetros el barco fue sacudido duramente por varios temporales, pero enormemente más inhumanos y terribles fueron los 1.600 kilómetros cruzando toda la República Argentina a pié y con los bultos del equipaje en las carretas. Para mi abuela era imposible de describir la horrorosa quinta etapa de Santiago a Angol, sin echar sus lagrimones. A mitad de camino, o sea, al entrar a La Frontera llovía, llovía y llovía. Se atravesaban ríos y esteros no por puentes, sino metidos en el agua y mojando todos sus enseres. Unos años después el tío Juan, hijo mayor de Alberto y Rosina, estudió ingeniería motivado por estas horribles historias y se dedicó a cubrir de puentes, con préstamos extranjeros, el sur de Chile.”

Hasta aquí les transcribo textualmente lo que me contó Raúl.

Resumiendo esta primera parte de lo que él me contó de esta gran odisea, podemos claramente concluir que hubo un engaño criminal de parte de los representantes del gobierno chileno contra este grupo de colonos. Ellos sobrevivieron gracias a que viajaba Alberto con Rosina y el amor de ellos hizo el milagro de que sobreviviera la caravana, salvo la desgraciada desaparición de lahermana menor de Rosina.

Aparte de los casi cuatro meses de preparación del viaje y los tres meses en barco, fueron otros siete meses, atravesando América del Sur, desde el mar Atlántico al mar Pacífico por tierra, llenos de peripecias, falta de alimentación, lluvias interminables, enfermedades, con riesgos e intentos de ser asaltados continuamente por las bandas de cuatreros, tanto en Argentina como en Chile, sin comunicación, sin agua potable, sin ducha, sin ninguna comodidad. Atravesaron prácticamente a pié Argentina desde el mar a la Cordillera de Los Andes; de estos 1.600 kilómetros casi 1.000 kilómetros eran realizados a través de las conocidas, terribles y desérticas pampas argentinas.

Raúl tuvo, la linda experiencia de vivir acompañado, casi por un año, por su tío abuelo Juan Schraub que sobrevivió esta terrible aventura. Mejor dejo que él les cuente esta partede su vida que aprecia muchísimo.

“Bueno, entonces ahora les contaré parte de las aventuras pasadas después de salir de Alemania por mi tío abuelo Johannes, más conocido por Juan Schraub. En el año 1876 nació Johannes Schraub Feldbausch en Alemania, fue el tercer hijo de Bernard Schraub y de Elizabeth Feldbausch, anteriormente el matrimonio había tenido a otras dos hijas. Juan fue desde muy temprana edad un peregrino e incansable caminante, seguramente su comportamiento estuvo motivado por el hecho de que antes de los 12 años Juan conoció el mundo europeo que era otro mundo y tuvo en su escuela muchos y buenos amigos de su edad en la escuela alemana. Bruscamente debió soportar estas enormes dificultades de ser ahora campesino y colono en un aislado Chile, ubicado en el último lugar del mundo, sin protección alguna, donde reinaba la ley del más fuerte. Su experiencia de caminar 2.300 kilómetros a pié acompañando a las carretas que llevaban el equipaje de la caravana era una experiencia y una hazaña extraordinaria. ¡Se había convertido en un caminante profesional!”

“Voy a contarles algo más muy hermoso e interesante que tiene que ver con el gran corazón de este auténtico tío abuelo. Como ya lo dijimos a finales del año 1888 llegó con sus padres a Chile mi tío abuelo Johannes llamado Juan, con solamente doce años de edad. Mi Abuelo Alberto formó la primera policía chilena en la naciente ciudad de Temuco y en ella, cuando mi tío abuelo Juan tenía 16 años, lo debió reemplazar muchas veces, era pues el teniente Juan. Cuando tenía 21 años, o sea en plena juventud, él estuvo de novio y de allí, en el año 1898, nació Margarita Schraub Ubilla. No queriendo que sus padres ni su señora e hija se quedaran como campesinos, Johannes se fue en busca de nuevos horizontes. Salió a recorrer el mundo trabajando en diversos oficios, en los años en que a estos osados aventureros se les llamaba, o bien patí-perros y a los más responsables trotamundos. Él fue pues un auténtico trotamundos, de los buenos y responsables. Enviaba gran parte de sus dineros para el sustento y educación de su hija Margarita. Tuvo un hijo en Argentina, llamado Absalón Schraub y mi tío abuelo Juan lo llevó más tarde a Chile. Años después Johannes, conocido también como Hannes, vivió en La Reina construyendo una casa que había financiado mi tío Emilio. Allí llevó como les contaremos luego a Absalón.”

“Desde el Norte de Chile se exportaba para todo el mundo como abono el Salitre Chileno, era el único país del mundo que lo tenía. Era un lugar muy especial para los aventureros y valientes como el tío abuelo Juan. El salitre se producía en forma natural a gran altura sobre el nivel del mar y al medio del desierto más inhóspito del mundo. Allí se enroló para ir a trabajar mi tío abuelo Juan y desde esa zona le enviaba dineros a su señora y a sus padres que cuidaban a su pequeña hijita, Margarita Schraub Ubilla, como ustedes lo pueden leer en la entrevista publicada en el Blog - documentosbuholzerschraub.blogspot.com -.”

“Juan trabajó pues también en las famosas salitreras en el norte de Chile. Fue un responsable viajero muy andariego, él había recorrido en su primer viaje cuando tenía doce años más de quince mil kilómetros. Recorrer los setecientos kilómetros de Santiago a Los Laureles no le eran problema. Él hizo este recorrido para ayudar a mi familia. Quería mucho a mi abuelo y a mi padre. A raíz de la trágica muerte de mi padre Alberto Buholzer Schraub vino a ayudarnos, dejando sus obligaciones en la capital, al pueblo de Los Laureles. Nos ayudó un tiempo en nuestra casa, sabía carpintería y muchos otros oficios. Unos meses después comenzó a trabajar en un famoso canal de regadío de casi 200 kilómetros de largo que pasaba cerca de este pueblo, Los Laureles, donde yo nací. De su sueldo dejaba semanalmente, en forma invariable, una suma de dineros de ayuda, para el sostén de la casa de mi madre. Esta es una parte sentimental que me ha unido a los recuerdos muy gratos con mi ejemplar tío abuelo conocido con sus nombres: Johannes, Hannes y Juan. Cecilia, por favor, continúa tú contando algo más de lo que has investigado.”

Les debo agregar que este hermoso gesto de un hombre con ya casi sesenta años de edad era algo no muy común en aquellos tiempos. Él era como algunos de los bohemios hermosamente idealistas que no se habitúan a vivir para solamente ganar dinero. Aunque me repita, les voy pues a comentar algo más de lo que Raúl escribió más arriba y que me dijo muy emocionado. En el año 1936 después del fallecimiento del padre de Raúl, su tío abuelo Juan Schraub vivió cerca de un año en Los Laureles en casa de su madre, Clotilde Matamala que recién había enviudado de su marido Alberto Buholzer Schraub. La señora Clotilde vivía acompañada de sus tres hijos y de tres hermanas, ella sufrió una grave enfermedad como consecuencia del intento de envenenamiento originada por los mismos mafiosos que asesinaron a su marido. El tío Juan conociendo este drama se trasladó desde Santiago al pueblo de Los Laureles. En primera instancia ayudó durante los primeros meses en los negocios dejados por el padre de Raúl y posteriormente con el propósito de ayudarlos económicamente, trabajó en la construcción del enorme canal de regadío que pasaba por Los Laureles y atravesó Chile, de la Cordillera de los Andes al mar. Esta construcción fue realizada con uno de los primeros préstamos internacionales de ayuda a Chile para paliar su crisis de cesantía. En esta construcción trabajaron miles de personas, de las cuales muchas de ellas venían de las salitreras del norte, a causa de que se había restringido la demanda del salitre por la aparición del salitre sintético. Juan se ganó el cariño de toda la familia de Alberto y cuando la señora Clotilde, madre de Raúl, sanó se trasladaron de Los Laureles a Temuco y su tío abuelo se fue a Santiago.

He investigado conversando por teléfono con unas de sus sobrinas nietas de don Juan que viven en Santiago, que en el año 1937 Juan ayudó a construir la casa del tío de Raúl, Emilio Buholzer, en La Reina y don Juan vivió allí durante cerca de 10 años. Fue el primero en habitar esa casa. Entretanto vino de Argentina el hijo Absalón (pintor de cuadros), cuando tenía alrededor de 25 años, rubio, de ojos azules y muy bien parecido a vivir también a La Reina, en esta casa recién terminada del tío Emilio. Absalón era tan desinteresado a juntar dinero como su padre. Vendía sus cuadros salvando escasamente el costo de sus materiales. Era un artista por antonomasia.

En el año 1946 falleció en Santiago, el simpático tío abuelo de Raúl, Juan Schraub Feldbausch, el cariñoso peregrino y bohemio, cuando tenía alrededor de 70 años. Su hijo Absalón, el artista que llenaba de orgullo a la familia, se volvió a Argentina. La familia del tío Emilio no supo nada más de este simpático artista y benemérito de la familia. Sus hermosos cuadros quedaron seguramente en algunos hogares de Santiago. Absalón pintó un cuadro de la casa de La Reina, el que adornaba las paredes y era orgullo de los familiares Buholzer-Schraub. Hace unos años cuando la remodelaron, hubo un incendio y desgraciadamente se quemó todo, incluso muchísimas fotos tomadas por el padre de Raúl. Allí quedaba aún como recuerdo el primer uniforme de la policía chilena con sede en Temuco, formada por once personas, que había creado y financiado por muchos años Alberto Buholzer Schraub. El inicio de la policía chilena surgió en la ciudad recién fundada de Temuco por la necesidad y con el propósito de encontrar a la hermana secuestrada de la abuela Rosa.

Don Juan fue sepultado en el Cementerio General de Santiago. Adjuntamos una fotografía de su hija Margarita Schraub Ubilla con su nieto Enrique Peña Schraub, junto a la sepultura de don Juan, el coloso, ejemplar y solidario tío abuelo de Raúl. ¿Dónde están el artista Absalón Schraub, sus descendientes y sus pinturas? Raúl me dijo un día muy emocionado, al ver la fotografía de otro cuadro junto a su tía Marichen: "compraría un cuadro con una de las pinturas de mi tío Absalón a cualquier precio, aunque tenga que pagar un crédito por muchos años".
Aída María Román

Nota:
foto 1: 1942 Juan Schraub Feldbausch.
foto 2: 1942 Juan Schraub Feldbausch, Margarita Schraub Ubilla, Enrique Peña Schraub.
foto3: 1947 Margarita Schraub Ubilla, Enrique Peña Schraub, Santiago.