jueves, 19 de julio de 2007

“Pablo Neruda y Raúl Buholzer impactados simultáneamente”

Historia reporteada por Cecilia Doggenweiler A.

Ustedes van a comprender por qué yo también fui impactada por este hecho insólito ocurrido en un desborde del río Cautín y que se ve repetido hasta hoy día en las inundaciones periódicas de muchos otros lugares de nuestro Sur de Chile lluvioso. Por esto describiré detalladamente algo sobre este tema.

El río Cautín tiene en el año 1939 sus historias de inundaciones en grande por estar ubicado en una región muy lluviosa y tener en su trayectoria mucha población. Bordea Temuco por la parte Este y Sur, corriendo sus caudalosas aguas naturalmente de la cordillera al mar. En Chile, como en otros países, las riberas de los ríos tienen un único propietario, que es el mismo río, sin embargo la gente con escasos recursos económicos no compra terrenos, sino que edifica allí, en las cercanías o en el valle mismo del río. El río Cautín cada veinte o treinta años se sale de su curso y origina grandes calamidades a estas personas que han construido sus casitas y plantaciones llenos de gran esperanza de tener sus frutos para ellos y hasta para los nietos. A los pobladores más modestos, generalmente campesinos que han emigrado a la ciudad, no les alcanzan sus escuálidas economías para comprar arbolitos y se limitan a tener su mediagua y una pesebrera anexa habitualmente con un solo cerdo para entregarle sus propias sobras de comida. Lo engordan y lo venden para las Fiestas Patrias del 18 de septiembre, o bien para las Navidades para tener algo de dinero extra, esto es pues toda su fortuna.

Neruda y sus familiares vivían a una cuadra de distancia de Raúl, casi al terminar la calle Matta de Temuco, la que comenzaba en el Cerro Ñielol y terminaba junto a una antigua ribera del río Cautín. Esta calle estaba pavimentada y no tenía mucho tráfico, era la pista ideal para el patinaje de Raulito, él reinaba aplanando esa calle y jugando con los niños y niñas del barrio. Ahí lo conoció Neruda, quien en ese entonces tenía 34 años. Raulito vivía en su mundo semi adolescente como todos los niños de 10 años, ajeno a los ajetreos de las personas de la generación de Neruda.

Un buen día, después de un enorme temporal en el que llovió ininterrumpidamente durante una semana, cuando amainó la lluvia y aparecieron al mismo tiempo los rayos del sol, los personajes principales de esta historia salieron de sus casas. Neruda salió de su casa de la calle Matta en dirección al río, preocupado de lo que se calculaba venir como catástrofe, la amenaza siempre latente de una inundación del río Cautín dejando generalmente miles de damnificados y muchos muertos. Raulito con sus 10 años salió a patinar como desesperado apenas apareció el sol y en una de esas patinó corriendo por calle Matta en dirección al río. La calle Matta terminaba a orillas de donde antiguamente pasaba el río y hasta ese día había allí, en esa peligrosa zona de inundaciones, una población ribereña.

Al término de la calle había una muralla de 1,20 metros de altura, que limitaba la ciudad de la zona ribereña. Allí se afirmaron estupefactos los vecinos Neruda y Raulito, no podían creer lo que estaban viendo, el río Cautín se había desbordado de lado a lado barriendo con todo lo que había construido allí. Encima de los maderos de las casas destruidas se paraban gallinas y todo tipo de aves de corral. Se veían nadando desesperadamente animales vacunos y por supuesto muchas casas que eran arrastradas río abajo, seguramente con algunas personas en su interior.

Raúl me contó una situación espectacularmente trágica que le marcó su memoria hasta hoy día y me dijo.

“De repente pasó una casa de madera semi sumergida, sobre cuyo techo se veía a un campesino montado sobre la parte superior, o sea, en el caballete. La casa con el campesino iba velozmente en dirección al mar; el campesino tomaba en esa incómoda posición fuertemente un cordel al que iba amarrado gruñendo un cerdo. Neruda vio esta tragedia y, por supuesto, comentó esta trágica situación de inmediato afirmándome que esa pobre gente y sus familiares afectados por estas catástrofes no tenían ningún tipo de ayuda para seguir subsistiendo”.

“Yo en ese momento no me daba cuenta que la persona que estaba junto a mí era ya un poeta con mucho prestigio. Seguramente oí más de una vez hablar de él a alguna de mis tías solteras que tenían su edad y que vivían con nosotros, pero para mí esa otra generación no tenía relevancia frente a mis intereses”.

Veinte años después, con sus treinta años de edad, Raúl estaba ejerciendo como Profesor de Matemáticas en el Liceo de Hombres de Temuco. Pablo Neruda en uno de sus viajes de visita a Temuco le pide de nuevo al profesor Raúl Buholzer, como lo había hecho varias veces, que lo acompañe a ver algunos lugares que le traían recuerdos inolvidables. Habían andado juntos sin saber que habían sido profundamente impactados por un hecho conmovedor originado por una catástrofe natural ocurrida a fines de la década del 30. Raúl acompañaba a Neruda con mucho agrado, ya que lo admiraba como poeta y siempre iban a lugares interesantes. Lo llevó en su auto junto a su biógrafa, en primera instancia, a visitar un lugar por el que Neruda sentía mucha nostalgia, el lugar donde vivieron sus padres y donde vivía aún una parte de su familia, primos y sobrinos nietos. Raúl me comentó así una anecdótica situación. “Cuando llegamos en el auto a la calle Matta, Neruda me pidió que fuéramos no al lado del cerro Ñielol, sino a la parte terminal más cercana al río. Ahí nos bajamos los tres del auto y nos fuimos al antiguo muro de contención del río. Neruda partió diciendo, -“desde aquí yo vi una enorme inundación”-, mientras la biógrafa tomaba nota yo le agregué, “donde las casas las arrastraba el río y en el caballete de una de ellas iba un hombre sosteniendo un cerdo con un lazo”. Neruda cogió el guante de los recuerdos, me miró y dijo, -“¡entonces tú eras el patinador incansable de este barrio!”- “Así es pues, nos conocemos desde cuando yo tenía 10 años”. Vino un gran abrazo palmoteado y la biógrafa no podía entender, por qué tanta emoción. Ella no sabía que habíamos compartido juntos un gran dolor, de ver a ese campesino, a quien se lo llevaba la corriente y que seguramente era uno de los tantos desaparecidos en ese desastroso acontecimiento”.

A partir de ahí la amistad de Neruda y Raúl tomó otro cariz, incluso de familiaridad, ya que por razones de ser habitantes del mismo barrio Raúl seguía teniendo amistad con sus familiares. Uno de sus sobrinos, actualmente poeta, fue alumno suyo y escribió un poema pidiendo el retorno a Chile de su profesor Buholzer cuando él estaba en el exilio. Lo recitó en la primera reunión de profesores de la región realizada en el salón de actos del Colegio Bautista de Temuco.

Algo muy curioso. Neruda tuvo como compañero de curso a Miguel Stuart Llanos y Raúl tuvo como compañero de internado y de curso a Miguel Stuart hijo. La doble curiosidad es que este hecho ocurrió en el mismo Liceo de Hombres de Temuco, el que ahora, con mucha razón y a toda honra, se llama Liceo Pablo Neruda. Raúl y Miguel continúan siendo íntimos amigos desde hace 65 años.

Nota:
foto 1: Casa de Neruda, Isla Negra.
foto 2: Casa de Neruda, Isla Negra.

“El secreto de mi tía Marichen y Los dos Pablos, clones ideológicos”


Historia reporteada por Cecilia Doggenweiler a la mina histórica de los interminables recuerdos de Raúl Buholzer.

Este es un episodio que muestra las costumbres que tenían los colonos suizos y alemanes cuando recién llegaron a fundar algunas ciudades en el Sur de Chile. Me pareció interesante la tragedia de Marichen, solidarizo con ella en el día de hoy y por eso he reporteado esta situación con mucho entusiasmo. Hoy domingo 26 de noviembre de 2006, empezó Raúl a contarme otra parte de lo que le sucedió a su familia hace casi 100 años atrás.

“Mi tía María Buholzer Schraub, hija de Alberto Buholzer y de Rosa Schraub, era una hermosa hija de mi abuelo Alberto. Casi siempre era elegida como reina para animar los festivales a los que asistía. Ella tenía fama por ser una mujer muy simpática, hermosísima, rubia, alta con 1,70 m de estatura, delgada, hermoso cuerpo, atlética, ojos azules. Había terminado sus estudios secundarios brillantemente. Como premio a sus excelentes notas sus tías suizas le enviaron un hermoso regalo, el pasaje y los pagos de sus estudios en una universidad suiza. Entonces Marichen a los 17 años tenía a su disposición, cuando ella lo deseara, un pasaje en primera clase en un trasatlántico para viajar de Valparaíso a Europa. Además disponía de la parte que le correspondía en la enorme fortuna que le habían enviado de Suiza a los seis herederos directos por el fallecimiento de su padre Alberto Buholzer Hochstrasse. Su padre, entre otras cosas, había sido propietario de una fábrica de sedas en Suiza, con esto logró hacerse de una gran riqueza en Europa. Con todos estos interesantes atributos los pretendientes de Marichen llegaban continuamente rodeando a su madre Rosa recién enviudada y en algunos casos hasta con regalos inesperados. Entre los pretendientes apareció un turista español recién llegado y con mucha labia, llamado Luis Picasso quien le pidió la mano, y le ofreció pasar la luna de miel en España y luego visitar a sus familiares en Suiza, ya que era conocido en casi todo Temuco que ella tenía un pasaje de lujo para viajar a Europa. El otro interés seguramente de Luis Picasso era que mi abuela figuraba como propietaria prácticamente de todos los terrenos de los alrededores de lo recién edificado de la naciente ciudad de Temuco. Antes de fundarse Temuco mi abuelo había comprado, al gobierno chileno, con dólares suizos el valle completo de lo que ahora es Temuco y sus límites, es decir el Cerro Ñielol y el Cerro de Padre las Casas”.

“Mi querida abuela, cuyo nombre completo era, Rosa Schraub de Buholzer, me contó muchísimas cosas interesantes de la familia, algunas muy trágicas y otras jocosas y curiosas como la que estoy contando ahora. Según mi abuela, Luis Picasso era para ella un candidato a ser un excelente yerno, ya que le gustaba mucho conversar y a ella le tocaba temas interesantes de Europa. Tenía además el atractivo de venir llegando como turista de España. Esto era muy bienvenido de parte de mi abuela, porque ella tenía deseos locos de volver a Europa. Que Luis Picasso tuviese intereses económicos con el proyecto del casamiento de mi tía Marichen para mi abuela esto eran solo pelos de la cola, esto no era relevante para ella. Mi abuela creía en su ingenuidad que, para Marichen, Luis era un buen partido. Él le serviría de compañía para trasladarse a Europa acompañada, ya que ella disponía de este pasaje que enviaron de Suiza sus tías. Sus tías tenían mucha fortuna y estaban locas porque mi tía Marichen se quedara a vivir con ellas en Europa y estudiara una profesión, tal como lo había hecho antes su hermano mayor Juan, quien estudió ingeniería en Suiza e hizo prácticas en Francia, siendo discípulo de Eiffel”.

“De repente el novio Luis Picasso apuró sospechosamente la fecha del matrimonio, de tal manera que planteó efectuarlo en solo unas semanas después de conocer a mi tía, lo que no era usual en esa época. Todo este tipo de trámites se hacía, como era otra de las costumbres de esos años, sin preguntarle absolutamente nada a la novia. En este caso resolvieron la fecha solamente su madre que había enviudado y el novio. En esos años, en la mayor parte de las familias era muy normal que las novias no tenían derecho a entrometerse en este tipo de formalidades”.

“Sus hermanos tenían desconfianza de este turista español recién aparecido. Por averiguaciones de Edmundo, hermano de Marichen, que viajaba continuamente a Santiago se concluyó que seguramente Luis Picasso no era un español prófugo de la policía española. Al parecer, según el Consulado Español en Santiago, su familia en España estaba compuesta por personas de buen nivel cultural”.

“La tía Marichen tenía su secreto, que pololeaba desde hacía varios meses con su primo José Buholzer Wikke (1908-1930). Su primo José era casi de su misma edad. Como Marichen tenía sólo 17 años no podía decidir el casarse con su primo, ni mucho menos se atrevía a contárselo a su madre, ya que era muy mal visto el casarse con parientes consanguíneos. Se fijó la hora del casamiento por la iglesia de Marichen y Luis en la mañana y en la tarde por el Registro Civil. Cuando se iba a efectuar el casamiento por el Civil, su primo José que asistía a la ceremonia salió violentamente del grupo familiar y estando ella con el novio frente al Civil la tomó del brazo y le dijo, tú con quien quieres casarte es conmigo y no con este español que apenas lo conoces. Acto seguido se la raptó con vestido de novia y todo. Se fueron a otra ciudad, donde la familia de él tenía una propiedad en el campo. Poco más de un año después (1926) se formalizó el matrimonio de la tía Marichen con su primo José. De esta unión nacieron dos hijos, Óscar (1927-1948) y Hernán (1930-1990), ambos con sus apellidos repetidos Buholzer Buholzer. Tres años después de su matrimonio falleció accidentalmente mi tío José siendo muy joven, por lo que la tía Marichen quedó viuda muy jovencita. Se fue a vivir a Temuco en una de las casas de la sucesión y que colindaba con la casa de mi abuela. Con todos estos asuntos y por tener que cuidar y educar a sus dos hijos, mi tía, se juramentó no volverse a casar jamás, aunque yo y otras personas la animábamos siempre a que lo volviera a hacer”.

“Mi tía Marichen me tenía una estimación muy especial, porque yo era el sobrino que vivía más cerca de su madre Rosa, o sea mi abuela. Mi tía era casi como mi segunda madre. Después de vivir varios años en Temuco se trasladó a Santiago. Tengo unos lindos recuerdos de ella, entre otros, cuando me fue a visitar con su nieta Rosi un verano durante un mes a mi casa de veraneo en Licán-Ray, a orillas del lago Calafquén. Hizo otro viaje especial desde la capital a Temuco para planificar conmigo mi viaje, tantas veces postergado, para venir a Alemania, al igual que el plan de la posibilidad de viajar que ella misma tenía desde el término de sus estudios. En esa oportunidad me pidió que yo fuera a visitar a nuestros familiares de Suiza y me afirmó además que ella vendría también a visitarlos sin falta unos pocos meses después. Desgraciadamente los inexorables años llegan a veces a perturbar muy buenos proyectos”.

“Luis Picasso se casó posteriormente y tuvo un par de hijos que se hicieron amigos míos, ya que su padre se encargaba sistemáticamente de buscarme para que yo jugara con sus hijos en su casa, un palacete con piscina; casualmente ubicado en las cercanías de donde vivía mi madre. Me di cuenta posteriormente que él seguía años después todavía recordándose de mi tía Marichen, de una manera inexplicable para mí. En cuanto le era posible me preguntaba todo tipo de detalles de la vida de ella. Más de una vez le conté a mi tía Marichen que el español me preguntaba por ella y comprendí que este hecho a ella le desagradaba muchísimo. Aun cuando el español me volvía a preguntar por ella no volví a tocar este tema con mi tía ”.

“Todo Temuco conoció a Luis Picasso por ser un comerciante muy parlanchín. Neruda también seguramente lo conoció como todo temuquense, pero nunca le oí decir algo sobre su amistad o no amistad con él, sin embargo sobre el pintor Pablo Picasso le oí contar con mucho cariño cosas agradables relacionadas con la amistad que los unía desde que él fue Cónsul de Chile en España. Para mí fue y sigue siendo un misterio, el saber si realmente Luis y Pablo Picasso tuvieron algún grado de parentesco”.

“Es conocido que las pinturas de Pablo Picasso son adquiridas en remate público por los más grandes Museos del mundo y son rematadas en millones de dólares. Neruda conservó siempre como un tesoro el hermoso cuadro pintado y regalado por su amigo Pablo Picasso”.

Nota de Cecilia:
Los tocayos Pablo Picasso y Pablo Neruda eran filosóficamente como hermanos gemelos y una especie de clones ideológicos. La persecución en Chile de que fue objeto el poeta y senador Pablo Neruda fue una noticia muy lamentable para los intelectuales españoles, pero especialmente lo fue para Pablo Picasso, éste promovió una reunión de los intelectuales españoles. Pablo Picasso dio allí en esa reunión un famoso discurso que fue su primera alusión en público, en el que contó la vida heroica de Neruda perseguido. Neruda era un personaje al que no se lo podía apresar, en todo Chile tenía miles de casas a su disposición donde ocultarse. Se fue a Temuco, desde allí atravesó la cordillera de los Andes y desde Argentina se vino a Europa.

Cuando Neruda llegó a exiliarse a Europa y hacía sus trámites al respecto, describió así el comportamiento que tuvo su tocayo y hermano filosófico. “Entonces surgió Picasso tan grande de genio como de bondad. Estaba feliz como un niño, porque recientemente había pronunciado el primer discurso de su vida. El discurso había versado sobre mi poesía, sobre mi persecución, sobre mi ausencia. Ahora con ternura fraternal, el genial minotauro de la pintura moderna se preocupaba de mi situación en sus detalles más ínfimos. Hablaba con las autoridades; telefoneaba a medio mundo”.

Nota:
foto 1: Casa de Neruda en Isla Negra.
foto 2: Eva . en la casa de Neruda en Isla Negra.

“Un gallo inglés le saca la cresta a un chileno”

Zoológico de Quilpué

Con Raúl salimos de Chile hace 30 años y ahora cada vez que volvemos con mucha razón nos suceden una serie de anécdotas que no le pasan normalmente a otras personas. Una de las razones, es que el largo e inexorable transcurrir del tiempo nos ha convertido en extranjeros en nuestra propia patria. Muchas de nuestras anécdotas están relacionadas en que el tono de nuestra voz no es el mismo que se está practicando en la actualidad en Chile, adquirimos un acento cuando estábamos en Chile y hemos obtenido otro por el largo contacto de años con los españoles y con los europeos. Es muy frecuente, cuando estamos de visita en Chile, que en las ventanillas de Informaciones, o en otros lugares, muchas veces nos digan, “¡ah, yo ya se, ustedes son colombianos ...” a lo que contestamos ofendidos, “nosotros somos más chilenos que los porotos” y los dejamos más metidos todavía. Notamos que no quedan nada de satisfechos con nuestra respuesta, para ellos por este acento que siempre nos acompaña, nosotros aparentemente sin el acento no somos para muchas personas realmente chilenos. Además ellos creen que los engañamos, ya que al mirarnos la vestimenta descubren que indudablemente no es ropa chilena.

Por no pasar por extranjeros nosotros no nos olvidamos de algunos de los dichos típicos chilenos y los tratamos de emplear a menudo.

Tuvimos una curiosa anécdota un día de verano del 2005 cuando fuimos al enorme y extenso Zoológico de Quilpué, único de la V Región. En este Zoológico ejemplar del país, afortunadamente se logran salvar algunas especies animales en peligro de extinción. En él se puede pasar una tarde entera sin terminar de recorrerlo totalmente, deben hacer pausas continuamente los jubilados y las personas que no están en buen estado físico, porque el cerro en el que está ubicado el Zoológico tiene muchas pendientes, felizmente hay asientos en todos los pasillos. Bajo la sombra acogedora de árboles de adorno y eucaliptos hay muchos agradables asientos. Hay numerosos árboles para renovar y purificar de olores el medio ambiente. Para nosotros resultó esta visita al Zoo super interesante, ya que vimos en abundancia los animales típicos de la zona norte de Chile, guanacos, llamas y las alpacas. Las alpacas son famosas en el mundo entero por su lana, que es la más fina y tupida de todos los animales de nuestro planeta. Ellas tienen, a nuestro criterio, el récord mundial de poseer la vestimenta más fina de la Tierra. Imparcialmente hablando tenemos también la planta con las hojas más grandes del mundo, la nalca. No hay en el mundo un árbol que de sus frutos a 60 metros de altura, como lo hace nuestra araucaria, este fruto se llama piñón.

En el Zoológico, hay muchos otros animales ya típicos conocidos como elefantes, cóndores, etcétera Nos llamó mucho la atención una enorme colección de cientos de parejas de aves de corral de diferentes países, una verdadera exposición. Estuvimos muy entretenidos paseándonos en este largo camino rodeado por ambos lados de jaulas. Casi al final de este pasillo de aves, después de una vuelta se encontraban uno junto al otro los últimos dos corrales con mallas de dos metros de alto y sin techo, donde se produjo una interesante situación que dio origen a esta anécdota. En una de estas jaulas se encontraba una pareja de un gallo inglés con su gallina inglesa también por supuesto (monógamos) y vecinos a ellos, separados por una reja, otro corral con aves típicas chilenas con un gallo cacique y por supuesto con una decena de gallinas en ese corral. Mientras observábamos esto vimos pasar el gallo inglés al recinto del gallo chileno y este pacífico gallo se vio obligado por estas circunstancias de invasión y el honor de ... a defender a sus hembras. ¡Se armó la rosca, dijo la mosca! Las diez gallinas tomaban palco.

Miramos para todos lados a ver si venía algún guardia del Zoológico a resolver el conflicto, pero brillaban por su ausencia. El fino y esbelto gallo de pelea inglés era experto no sólo en saltar la reja de su vecino, sino en saltar de un rincón al otro e írsele encima al enorme gallo chileno. Nuestro Arturo Godoy no se la pudo. Esto se empezó a poner sanguinolento y no podíamos meternos al corral, porque todo estaba por supuesto con sus puertas cerradas con llave. De repente la cosa se puso de color oscuro, ya que el gallo inglés se deleitó comiéndole un pedazo de la cresta al gallo chileno y esto motivó a que fuéramos a comunicarle a la Portería del Zoológico lo que estaba pasando. Llegamos a la Portería, donde conversaban plácidamente los tres guardias haciéndose bromas con la cajera que vendía las entradas. Interrumpimos la tranquila charla y con nuestro acento que llama la atención en todas partes le dijimos a los guardias: “allá atrás donde termina el camino, dando la vuelta, al lado del cerco límite del Zoológico hay dos gallos peleando”. Se miraron un poco asombrados sin hablar, nosotros seguimos dándole color al asunto, y le dijimos, “el gallo inglés le sacó la cresta al chileno” y se volvieron a mirar más asombrados todavía, ya que la clientela que había entrado antes que nosotros no les parecía compuesta por ningún inglés. En primera instancia creemos que pensaron en que eran dos personas las que se peleaban fuera del recinto del Zoológico, ya que en ese momento sólo nosotros éramos extranjeros para ellos. Sin embargo, esta afirmación de que un inglés le pueda sacar la cresta a un chileno, como que los dejó incrédulos. Entonces después de una serie de otras curiosas afirmaciones reaccionaron casi instantáneamente, uno de ellos cachó la onda y dirigiéndose a nosotros nos dijo, “¡Ah, ustedes están hablando del gallo del corral, del gallo inglés!” Acto seguido partió este guardia apresuradamente y corriendo a resolver el conflicto.

Luego de este interesante nuevo episodio lingüístico nosotros optamos por ir a ver otro sector del mismo Zoológico y cuando habíamos caminado unos veinte metros sentimos una risotada y nos dimos vuelta y vimos que la cajera con los otros dos guardias que se habían aguantado la risa hasta entonces, estaban gozando de lo lindo seguramente de nuestra forma de hablar, ya que estaban convencidos que hablábamos de una pelea de dos personas, porque usábamos la palabra gallo y nos habíamos olvidado que gallo es el sinónimo chileno también justamente de las personas buenas para la pelea. El 18 de septiembre todo el mundo habla de, estos gallos son buenos para la pelea y para los combos. La verdad es que si la cajera y los guardias gozaron con nuestra historia, nosotros estuvimos un largo rato apretándonos la guata y riéndonos también a carcajadas en uno de los asientos. Un rato después nos fuimos a comprar unos sándwiches al restaurante del Zoológico que estaba allí mismo y lo curioso es que no podíamos comer, nos mirábamos y nos reíamos a cada momento. Esto es realmente una vez más, tener que ser extranjero en su propia patria.

Muchas veces hemos tenido que decir para justificar nuestro analfabetismo de tono que venimos de po’allá, uno de Temuco y la otra de Puerto Montt. Se escucha normalmente, ¡ah, ya! Y de inmediato sale uno que habla de sus familiares en esas tierras y el otro que dice que vivió por allá o por acá muchos años y etcétera. Uno se refirió una vez a la caleta de Angelmó de Puerto Montt y otra persona en otra oportunidad nos dijo conocer el Cerro Ñielol de Temuco.

Nos viene muy al callo que ahora que estamos con un pié en el estribo, para volver a Chile, logremos hacer este seminario repasando los dichos y términos típicos chilenos para no caer de nuevo en los renuncios involuntarios de nuestro exquisito idioma. Ahora, con nuestra experiencia en el Zoológico, nos hemos recordado de cuando se deben usar correctamente las expresiones como por ejemplo, gallo, sacarle la cresta y justificar como guasos sureños nuestro analfabetismo de tono, entre otras cosas.

Curioso, mientras seguíamos visitando el Zoológico, el guardia que fue a separar a los gallos nos vino a dar las gracias porque había llegado en un momento muy preciso, al sitio de la pelea, para poderle salvar la vida al gallo chileno. Nos estuvo acompañando por el resto de nuestra estadía en el Zoológico, explicándonos con lujo de detalles lo que sucedía en todos los lugares que visitábamos. Incluso nos contó parte de sus trabajos anteriores. Nos convertimos, por la pelea de gallos, en visitantes muy importantes con un guía personal exclusivo, quien seguía muy intrigado por saber de dónde veníamos con ese acento tan especial.

Diciembre 2006, Raúl Buholzer M. y Cecilia Doggenweiler A.

Nota:
foto1: 2003.04.15 Raúl y Cecilia Doggenweiler en el Zoológico de Quilpué.

“Neruda emocionado con la pequeña Yenny”

Hecho reporteado por Cecilia Doggenweiler A.

No tuve la oportunidad de conocer directamente a Neruda, pero si conocí unas lindas partes de sus vivencias que no están en sus escritos y que en parte son de su vida privada. Por esto hago con gusto estos reportajes, como es el caso de lo que he hecho con Raúl. Raúl Buholzer y su ya fallecida esposa Marta Sepúlveda eran profesores por antonomasia. Siempre preocupados de cómo enseñar mejor en sus colegios y a sus hijos. Raúl me contó otra interesante historia de su hija Yenny con Neruda, que comenzó cuando ella aún no cumplía los cuatro años de edad. Como esto me pareció muy simpático, yo le pedí a Raúl que me narrara esta historia completa de Neruda con la pequeña Yenny Buholzer y él comenzó así.

“Nosotros con Martita fuimos incrédulos ante el culto a la personalidad que se les hacía a algunos educadores clásicos. Era indiscutible todo lo que habían escrito, se los citaba en los Institutos Pedagógicos sin preguntarse si alguna vez ellos mismos habían enseñado, o si habían hecho algún experimento con los niños aplicando los métodos que proponían en sus escritos para enseñar mejor. Los experimentos al respecto estaban absolutamente prohibidos y con justa razón. ¿Quién puede permitir que sus hijos sean los conejillos de Indias de alguno que quiera comprobar su hipótesis o dejarlo en manos de un aprendiz a profesor? Aunque exista esta justificada razón de oponerse a estos experimentos, hay otro camino para solucionar este problema, que es el de afirmarse en las experiencias de cómo se enseña en las diferentes latitudes de nuestro planeta. Este camino nos permite evitar esta complicada situación de no poder experimentar con los niños los diferentes sistemas de educación que se les ocurre una y otra vez a tantos escritores. En la China, por ejemplo, a raíz de que no se enseñaba a leer en nuestra forma clásica occidental, los intelectuales chinos le enseñaban a sus hijos parte de los símbolos chinos desde que aprendían a hablar. Esto nos lo contó el escritor chileno Francisco Coloane cuando, después de vivir varios años en China, volvió y lo invitamos a pasar un par de semanas en nuestra casa. Sus niños aprendieron, no las 28 letras del abecedario, sino cientos de símbolos chinos con los que leían de corrido. Esto nos sirvió de ejemplo con Martita para enseñarle a leer a Yenny. Le dibujábamos una cama y le escribíamos el nombre cama al pié del dibujo, lo mismo con casa, puente, etcétera. Después de un tiempo de repetirle este juego le escribíamos solamente el nombre sin el dibujo y ella sabía que decía cama, casa, puente, etcétera. Ella aprendió a hablar y a leer casi al mismo tiempo, a los tres años de edad leía de corrido. A los casi cuatro años subió desenvueltamente al proscenio a entregarle flores a Neruda y a leerle un discurso de tres o cuatro líneas, que comenzaba: “Querido tío Pablo, ...” Neruda quedó convencido que Yenny se había aprendido de memoria ese discursito y que hacía un lindo show como si leyera. Por supuesto, ella le entregó las flores y el pergamino con el discurso”.

“Meses después de nuevo vino Neruda a Temuco a un acto, apenas nos vio nos preguntó por la pequeña poetisa. Le dijo Marta, que al día siguiente le llevaría de nuevo flores al proscenio del Teatro Municipal y le leería otro saludo escrito. A estas palabras contestó Neruda: “no he podido olvidar que la última vez Yenny estuvo como una excelente artista haciendo como que me leía un discurso”. Al día siguiente apareció Yenny llevándole nuevamente un ramillete de flores, Neruda le preguntó, “¿esto me lo manda Marta?” Yenny le afirmó que si, pero “esto lo hice yo” y le leyó cerca del oído a Neruda todo lo que había escrito. Y luego le entregó la hoja de papel con el discurso que había preparado para esa ocasión”.

“Neruda siempre se emocionaba cuando tenía contacto con niños, especialmente cuando eran niñitas, ya que le recordaban a su hija Malva Marina, quien por desdicha se mantenía en un sanatorio europeo con una enfermedad desgraciadamente incurable. Por esta razón Neruda se encariñó muchísimo con Yenny y apenas llegaba a Temuco siempre preguntaba por su sobrina Yenny, ya que ella le decía y le escribía, tío Pablo”.

Hasta aquí lo que me contó textual Raúl.

Raúl era en esos tiempos Secretario General de la Central Única de Trabajadores de la provincia de Cautín, CUT, y cada vez que Neruda llegaba a Temuco, Raúl le daba la bienvenida a nombre de los trabajadores de la provincia. Habitualmente Yenny acompañaba a su papá a la Estación de Ferrocarriles a recibir a Neruda. Fue así como Neruda la vio crecer, desde la foto que va acompañando a esta historia y durante muchos años más.

Me pude informar que Neruda, sus primos y sobrinos con la familia de los Buholzer Sepúlveda vivieron en el mismo barrio y como vecinos, en la calle Matta de Temuco, durante muchos años. En la próxima oportunidad les contaré en que circunstancias se conocieron Pablo y Raúl.

Continuará ...

Cariñosos saludos de Cecilia

Nota:
foto 1: 1955 Yenny Buholzer Sepúlveda.

“Pablo Neruda, Hernán Loyola, Daniel Rodríguez y Raúl Buholzer”

Relata Cecilia Doggenweiler A.

Supe por Raúl la interesante historia de una mal intencionada acción de detención momentánea de Neruda, cuyo objetivo era el de impedir que llegara a un homenaje que le rendían en Temuco. Sus amigos lo habían invitado a la inauguración de la Biblioteca que llevaría su nombre en el que fue el Liceo, donde él pasó más de seis años educándose. Como la historia era muy interesante creí necesario mejor escribir esta insólita aventura de nuestro poeta que recibió posteriormente el Premio Nobel de Literatura. Lo escribí inspirada en parte por las muchas vivencias que me contó Raúl haber tenido con el Vate.

Hernán Loyola, escritor, profesor de Castellano y colega de Raúl en el Liceo Pablo Neruda de Temuco durante muchos años, tiene anécdotas en común con él y algunas interesantes relacionadas con el poeta de los poetas. Ambos, Raúl y Hernán son nerudianos de pura cepa. Hernán Loyola dedicó su vida entera a recopilar todo lo relacionado con los escritos de Pablo Neruda. Él es el autor de los numerosos tomos de las Obras Completas de Pablo. Esta anécdota no está relatada en estas recopilaciones y uno de los objetivo es que Hernán la ubique allí en el lugar que le corresponde. Raúl fue íntimo amigo de Neruda, cuando Neruda visitaba Temuco su casa era una más de las que podía disponer Pablo. Normalmente Neruda pernoctaba en la casa de sus familiares que vivían a cien metros de la de Raúl. Su chofer y acompañante se hospedaban en la casa de Raúl y Marta, en calle Miraflores 1342. La mayor parte del equipaje de Neruda quedaba generalmente en la pieza donde dormían sus dos acompañantes.

Cuando en la década de los sesenta en uno de los viajes a Temuco Neruda viajó en tren a inaugurar su Biblioteca en el Liceo de Hombres N°1 (ahora Pablo Neruda) el entonces rector de este Liceo Daniel Rodríguez y Raúl fueron a esperarlo a la Estación de los Ferrocarriles en el auto del prudentito Raúl. El auto lo tenían bautizado irónicamente los alumnos como el Sputnik, porque nunca pasaba los 20 kilómetros por hora. A la llegada de Santiago del Tren Flecha, Pablo y Matilde abrazan muy emocionados a Raúl y a Daniel. Para Pablo la inauguración de la Biblioteca, la que ya contenía muchos cientos de libros escritos por él y traducidos a decenas de idiomas diferentes, era doblemente importante, ya que él se había educado durante más de seis años en este colegio.

Todo Temuco estaba informado de esta ceremonia, que se iniciaría a las 10 de la mañana en el salón de actos del Liceo. Los cuatro se subieron al pequeño auto Isaria de dos puertas, Neruda y Matilde muy abrazaditos en el asiento de atrás, Daniel de copiloto y Raúl al volante. En la Estación notaron que había movilización especial de la Policía. Y claro esto no les asombró, ya que Neruda era un personaje que normalmente era bienvenido y además generalmente custodiado. Cuando habían viajado unas diez cuadras por la amplia avenida Balmaceda acercándose la comitiva al Liceo, los adelanta una patrulla policial compuesta de tres carabineros, los hacen parar en la berma. Ellos pensaron que era broma lo que les principiaron diciendo, “Don Raúl, usted lleva exceso de velocidad”. Y le pasaron de inmediato un parte que traían hecho; es el único que le han pasado en toda su vida. Al entregarle el parte, por supuesto, que los cuatro se pusieron a reír y Daniel les dice a los policías, “no bromeen, que vamos aquí con ...” El cabo le contesta sin dejarlo terminar la frase, “si ya lo sabemos, van con don Pablo y con la señora Matilde”. Empezaron a revisar minuciosamente el auto, las luces, que las encienda, que las apague; los frenos, que ande p’adelante y que frene, luego que ande p’atrás a ver si encienden las luces del freno, etcétera. En todo esto transcurrió más de una hora y a un grupo de alumnos que los pasaron saludando Daniel les dijo, que le avisen al Inspector General del Liceo que luego llega la delegación, que la tienen detenida aquí cerca. Neruda afirmó, “me parece que esta es la primera vez que lo logran conmigo”. Raúl le agregó como en clave, “hace unos años por aquí en las cercanías le vieron crecer la barba”. Entonces Neruda sonrió porque recordó el lugar, ubicado a la salida de Temuco, en el que estuvo esperando un largo tiempo para irse al exilio a Argentina. Este era un recinto que administraba un muy buen amigo de Raúl. El Vate le preguntó de inmediato a Raúl sobre esa familia y éste le dio amplios detalles agregándole que esta familia estaba muy orgullosa de haber tenido el honor de tenerlo como huésped, en otros difíciles tiempos.

Los policías que los habían detenido seguramente eran parte de los mismos que habían visto en la Estación y que se les adelantaron, ya que estaban allí en la calle en un moderno vehículo policial. Neruda y Matilde se bajaron un rato del auto y Daniel le dice a Raúl, “nuestro Liceo llevará el nombre de Pablo Neruda”, a lo que Raúl le afirmó que de nuevo ellos estaban pensando lo mismo como si se transmitieran el pensamiento. Por este motivo se dijeron, “comprometámonos a no descansar hasta conseguirlo” y se dieron un apretón de manos.

Llegaron los cuatro atrasados al salón de actos, pero ya los alumnos habían sido avisados de que el Vate y su comitiva estaban detenidos en las cercanías del colegio y por esta razón los alumnos del Liceo de Hombres y una comitiva de alumnas del Liceo de Niñas Gabriela Mistral de Temuco los aplaudieron de pie durante un largo y emocionante rato. La detención tenía por objeto hacer fracasar la reunión con el poeta, resultando la detención contraria a las pretensiones que tenían esos tres carabineros, que más tarde supimos que obedecían instrucciones de un cabo al que se le iban los humos a la cabeza, el que en esa ocasión reemplazaba al teniente de guardia. Neruda no fue partidario de acusar a este funcionario a sus superiores y nos agregó que con esta circunstancia el acto había resultado mucho mejor.

Neruda inauguró su Biblioteca con un bellísimo discurso y recordando los más de seis años que pasó estudiando allí. Sus anécdotas hacían reír a carcajadas a los alumnos que ahora se sentaban en las mismas bancas en las que en otros tiempos se había sentado el poeta. Ellos escuchaban respetuosos e impávidos a este sencillo poeta universal, que recién lo habían tenido preso por más de una hora a cien metros de su Liceo.

Daniel contó este mismo episodio en uno de los magazines del Diario Austral a comienzos de la década del 90, con motivo del primer viaje de Raúl a Chile y de la visita a su querida ciudad de Temuco.

Otras anécdotas que seguirán:
-Neruda y Raúl en una inundación del río Cautín, observando a un desesperado campesino que trataba de salvar a un cerdo.
-Poema de Pablo y Raúl para Inés Eulogio.
-Raúl mostrando a Neruda la casa de Guillermina.
-Proyecto de unir a la ciencia y a la poesía en una isla de Licán Ray.
-Yenny Buholzer a los cuatro años con flores para Neruda.

Nota:
Foto 1: casa de Raúl, Miraflores 1342, casi esq. Matta, Temuco.
Foto 2: Hernán Loyola- sentado al centro.

Raúl Buholzer- sentado 1° a la derecha.
Daniel Rodríguez- de pie 2° de la izq.