martes, 17 de julio de 2007

“Todas para uno y uno para todas”

Septiembre del 2005

Protagonistas principales: Raúl y quien escribe Cecilia.

Era un domingo y nos disponíamos los dos a viajar de Dortmund a Colonia, íbamos cargados con unos bolsos a tomar el Metro para combinar en la Estación Central con el tren a Colonia. Raúl tenía alergia a la escalera de bajada que conduce al Metro, ya había reclamado varias veces, porque la persona que hacía el aseo dejaba el tubo pasamanos con grasas y esto lo indignaba. Ese día íbamos muy apurados, la escalera mecánica solo funcionaba para subir y no trabajaba el ascensor. Raúl empieza a bajar la larga escalera regañando, ya que debía ir bajando afirmándose con una mano del pasamanos de la escalera mientras la otra mano la llevaba ocupada con su equipaje. En la mitad de la mentada escalera se produce la caída de Raulito (76) por estar super aceitado el pasamanos. Rueda 3 peldaños, le duele la pierna y la rodilla como caballo y por esto el viaje a Colonia se posterga. Pasan varios días y la hinchazón a la canilla no desaparece, muy por el contrario aumenta.

Nos dirigimos a la Clínica de Accidentes, donde trabajan 2 médicos y media docena de enfermeras. El médico lo atendió muy bien por ser muy amigo, además, de su cardiólogo el Dr. Herzkönig Golling. Lo sometió a un tratamiento de ultrasonido aplicado a la canilla, tuvo que ir diariamente durante 2 semanas a la Clínica y como la hinchazón no cedió, entonces el especialista decidió someterlo a una operación. Le extrajo una gran cantidad de sangre allí detenida (más de ½ litro), más de la que el médico había extraído alguna vez, según nos dijo era su nuevo récord.

Con esto de ir todos los días a tratamiento hicimos muy buenas migas con las enfermeras y con el cirujano, Dr. Kölnischwasser. Un día Raúl me habla muy fuerte en español y una de las enfermeras, Heike, lo mira muy enojado y murmura cosas contra el machismo. Yo quise salvar la situación explicándole algo sobre su paciente. En ese momento se acercaron otras 3 enfermeras y se quedaron escuchando impertérritas la historia de que Raulito, era un hombre que venía seguramente de algún extraño planeta, ya que me escuchaban perplejas de que él cocinaba, lavaba y tendía la ropa, planchaba, hacía el aseo y hasta colocaba botones y zurcía los calcetines. Se enteraban de esta historia muy atentamente y no podían salir de su asombro, dado que ellas sabían que veníamos de Latinoamérica, donde reina el machismo. Entonces una de las enfermeras muy jovencita y simpática, Juliane, me dijo, ¿no me lo arrienda por unos días? Raúl quiso intervenir y yo busqué otra conversación, porque las demás enfermeras también querían de seguro pedírmelo prestado. Claro que el tono era de una sana broma, pero quién sabe qué podría haber pasado, ya que Raulito miraba perplejo que tantas mujeres lo solicitaran...

Después de mirarse las auxiliares entre ellas, Raúl como queriendo cachiporrearse me dice al oído en español, me acuerdo de la profunda consigna filosófica de los Tres Mosqueteros, “TODAS PARA UNO Y UNO PARA TODAS”. Y yo solté la risa delante de las enfermeras y comprendí que esta era también una buena nueva anécdota que había que escribir.

Moraleja:
No alabes demasiado a tu hombre delante de ...
No cuentes los secretos conyugales y las virtudes de ..., ya que vas a tener que cuidarlo más de lo habitual. Después de esto yo tuve que acompañarlo y cuidarlo permanentemente cuando fue a las curaciones finales.
¡¡¡No soy celosa, pero sí super cuidadosa!!!

Nota:
foto 1: 20040810 Raúl en la sala de exposición del Westfallenpark.