martes, 17 de julio de 2007

“Entrada triunfante de Cecilia Doggenweiler a la Tercera Edad”

Agasajo narrado por Raúl Buholzer M.

El viernes 22 de septiembre del 2006 Cecy ha cumplido sesenta años. Despertando le he deseado que tenga un feliz cumpleaños. A las seis de la mañana nos levantamos a tomar desayuno. A las 8 horas y 30 minutos ya estábamos en los trámites de boletería, a orillas del río Rin en Colonia, sacando los pasajes especiales de ida y vuelta. La acreditada empresa naviera alemana KD (Köln-Düsseldorf) le tenía reservada a Cecilia tres sorpresas por ser el día en que cumplía los 60 años y esto es en Alemania, como en todo el mundo, un cambio del estatus de vida de todas esas personas. Entre las tres sorpresas Cecilia quedó maravillada por una muy interesante y agradable; con esto ella se sintió ese día como la reina del Rin.

Filosóficamente yo soy un convencido de que cada una de las etapas de la vida son siempre más interesantes e importantes de vivirlas. Para el 95% de las personas el tener que trabajar obligatoriamente viene como una mala herencia desde la época de la esclavitud y nos liberamos de esta pesadilla solamente al momento de jubilar. Para el futuro la ciencia nos promete que existirá solamente un trabajo voluntario y este odioso trabajo obligatorio que hacemos ahora lo harán indudablemente los robots.

Aparte del día tradicional de celebración del cumpleaños de Cecilia, le he planificado que disfrute de una semana de bienvenida y de agasajos diarios, para que ella comprenda prácticamente que aquí en esta etapa se obtiene una nueva dimensión de la libertad. En esta etapa se goza de la vida más placenteramente disfrutando ahora de las propias economías acumuladas en el largo programa tradicional ya conocido, donde pacientemente durante los últimos 40 años, hemos dejado un importante tanto por ciento para nuestro disfrute de la jubilación. Los jubilados de todo el mundo somos como una hermandad que estamos unidos por esta misma dichosa causa de no tener que trabajar. Podemos tener vacaciones en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo, ya no hay obligación de mantenerse en esta frontera o en la otra, ni en este Hemisferio, ni en el otro. ¡El nuevo mundo sin fronteras nos pertenece! ¡Los dineros sobrantes del cobre chileno debieran ayudar a las economías bajas de jubilación para que todos los jubilados puedan gozar de su merecida libertad de pertenecer al mundo sin fronteras!

La primera parte del programa de la semana de celebración, se cumplió íntegramente, lo tenía planificado desde hacía ya más de un mes. El primer día comprendió:
-primero, un viaje por todo el día sobre las aguas del Rin, recorriendo ochenta kilómetros por la rivera levante hacia el nacimiento de ida y por supuesto otros ochenta kilómetros de vuelta por la rivera poniente del mismo río en dirección hacia el mar.
-Segundo, se hizo tal como Cecilia lo había soñado al mirarlo desde la rivera meses antes cuando vio moverse majestuosamente al enorme barco catamarán Rhein Energie, el barco para eventos más nuevo y lujoso de toda Alemania con capacidad para 1.580 personas a bordo; famoso porque en él viajó el Papa Benedicto XVI y toda su comitiva el año pasado y ha servido también para eventos muy importantes con los políticos de Alemania y Europa.
-El día se completó con una tercera y emotiva situación en el gran comedor panorámico de proa, un pedido especial a la orquesta de a bordo de que le toquen a Cecilia, con acordeones, bandoneones y trompetas, comenzando con el Cumpleaños Feliz y además la conocidísima canción francesa Ceci-bon, seguida de la canción alemana ¡Oh, Cecilia!

El programa del día se cumplió íntegramente. Nos situamos en las primeras horas sobre la amplísima cubierta superior (1800 metros cuadrados), o sea, en una especie de azotea grandiosa que queda situada al aire libre sobre el tercer piso. Mientras el catamarán viajaba desde aquí pudimos observar: Bonn -la ex capital de Alemania, los restos históricos del puente por donde atravesaron este río los aliados, las playas ribereñas, las enormes industrias kilométricas petro químicas, así como los innumerables castillos medievales anclados sobre las riveras de este histórico y tradicional río Rin. El viaje de recorrido de vuelta a Colonia lo hicimos en los alfombrados salones comedores del interior del segundo piso del Rhein Energie, aquí la orquesta se nos acercó a la mesa a confirmar el programa y luego nos tocó lo que yo les había pedido para Cecilia, o sea, esas tres melodías antes mencionadas. Llegamos de regreso al puerto de Colonia alrededor de las 7 de la tarde.

Este fue un triunfante y hermoso viaje de sol a sol, que tuvo por objetivo darle la bienvenida a Cecilia a la “hermosa Tercera Edad”, donde ella justamente deja oficialmente de ser esclava obligada del trabajo, jubila y trabajará ahora solo voluntariamente. Su madre Olguita cuando me dio el consentimiento, me dijo, que era incansable y muy hacendosa y que ella no conocía y no conocerá nunca la palabra jubilación.
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Yo pensé que esta romántica forma de entrar en la Tercera Edad no puede quedar solo entre Raúl y yo, por lo tanto voy a agregar algunas impresiones personales antes de enviar este relato a nuestros parientes y amistades.

Cuando llegamos a casa mientras yo preparaba un plato de frutas picadas, Raúl se fue derecho a escribir al computador y cuado nos sentamos a la mesa él me entregó por escrito el relato del interesante viaje en barco, que él tituló “Entrada triunfante de Cecilia Doggenweiler a la Tercera Edad”.

Este día de mi cumpleaños fue excepcionalmente un día esplendoroso de sol, a pesar de que ya se marcaba por calendario el comienzo del otoño.

Yo estaba muy emocionada, veía todo esplendoroso. Les debo agregar que en el Rhein Energie el interior de los comedores es totalmente panorámico. Todas las paredes de este gigantesco navío están cubiertas de vidrios inmensos de cristales ligeramente inclinados para que no reflejen la luz del sol. La estabilidad de esa nave es asombrosa, no se movía en absoluto, ni tras el oleaje que dejaban los buques de carga al pasar.

Con Raúl comentamos a raíz que recién habíamos pasado el 18 de septiembre, que si este barco estuviese sobre el río Calle-Calle, en esta inmensa plataforma de la cubierta superior habrían bailado cueca fácilmente unas doscientas parejas simultáneamente y además viendo como en el Calle-Calle se está bañando la luna... ¿¡Cómo se sentirían de cachiporras los valdivianos si les mandáramos un barquito de estos!?

Nos faltan palabras para describir algunas de las delicias de navegar por el Rin festivamente. Esta es una experiencia que pudieron apreciar nuestros amigos, los que seguramente al leer este relato van a corroborar estas impresiones y probablemente van a pensar que cualquiera descripción es muy débil ante los encantos de esta apacible y romántica navegación. Así lo deben considerar: María Alicia Muñoz y su familia que estuvieron recién también en Colonia para el Mundial de Fútbol, anteriormente su padre Hernán Muñoz, mis hijos, Silvana y Hermann Schink, Christian Bussenius y Renate, además nuestro amigo Américo Fontana peregrino real y virtual.

Al terminar el día viernes 22 Raúl me dice, ¿qué te ha parecido este viaje en barco como regalo de cumpleaños? Yo le dije que fue un agasajo incomparable a ningún otro y lo llené de besos. Nunca pensé que iba a entrar a la Tercera Edad en forma tan romántica e hipnotizadora. Le agradezco a Raúl este súper regalo del inolvidable viaje en el barco para eventos más moderno.

Si veinte años no es nada ... como dice el tango, yo puedo agregar que cuando se vive en el positivismo sesenta años se pasan volando.

Nota:
foto 1: 2006.09.22 Cecilia Doggenweiler y Raúl Buholzer- Catamarán río Rhin