jueves, 19 de julio de 2007

“Un gallo inglés le saca la cresta a un chileno”

Zoológico de Quilpué

Con Raúl salimos de Chile hace 30 años y ahora cada vez que volvemos con mucha razón nos suceden una serie de anécdotas que no le pasan normalmente a otras personas. Una de las razones, es que el largo e inexorable transcurrir del tiempo nos ha convertido en extranjeros en nuestra propia patria. Muchas de nuestras anécdotas están relacionadas en que el tono de nuestra voz no es el mismo que se está practicando en la actualidad en Chile, adquirimos un acento cuando estábamos en Chile y hemos obtenido otro por el largo contacto de años con los españoles y con los europeos. Es muy frecuente, cuando estamos de visita en Chile, que en las ventanillas de Informaciones, o en otros lugares, muchas veces nos digan, “¡ah, yo ya se, ustedes son colombianos ...” a lo que contestamos ofendidos, “nosotros somos más chilenos que los porotos” y los dejamos más metidos todavía. Notamos que no quedan nada de satisfechos con nuestra respuesta, para ellos por este acento que siempre nos acompaña, nosotros aparentemente sin el acento no somos para muchas personas realmente chilenos. Además ellos creen que los engañamos, ya que al mirarnos la vestimenta descubren que indudablemente no es ropa chilena.

Por no pasar por extranjeros nosotros no nos olvidamos de algunos de los dichos típicos chilenos y los tratamos de emplear a menudo.

Tuvimos una curiosa anécdota un día de verano del 2005 cuando fuimos al enorme y extenso Zoológico de Quilpué, único de la V Región. En este Zoológico ejemplar del país, afortunadamente se logran salvar algunas especies animales en peligro de extinción. En él se puede pasar una tarde entera sin terminar de recorrerlo totalmente, deben hacer pausas continuamente los jubilados y las personas que no están en buen estado físico, porque el cerro en el que está ubicado el Zoológico tiene muchas pendientes, felizmente hay asientos en todos los pasillos. Bajo la sombra acogedora de árboles de adorno y eucaliptos hay muchos agradables asientos. Hay numerosos árboles para renovar y purificar de olores el medio ambiente. Para nosotros resultó esta visita al Zoo super interesante, ya que vimos en abundancia los animales típicos de la zona norte de Chile, guanacos, llamas y las alpacas. Las alpacas son famosas en el mundo entero por su lana, que es la más fina y tupida de todos los animales de nuestro planeta. Ellas tienen, a nuestro criterio, el récord mundial de poseer la vestimenta más fina de la Tierra. Imparcialmente hablando tenemos también la planta con las hojas más grandes del mundo, la nalca. No hay en el mundo un árbol que de sus frutos a 60 metros de altura, como lo hace nuestra araucaria, este fruto se llama piñón.

En el Zoológico, hay muchos otros animales ya típicos conocidos como elefantes, cóndores, etcétera Nos llamó mucho la atención una enorme colección de cientos de parejas de aves de corral de diferentes países, una verdadera exposición. Estuvimos muy entretenidos paseándonos en este largo camino rodeado por ambos lados de jaulas. Casi al final de este pasillo de aves, después de una vuelta se encontraban uno junto al otro los últimos dos corrales con mallas de dos metros de alto y sin techo, donde se produjo una interesante situación que dio origen a esta anécdota. En una de estas jaulas se encontraba una pareja de un gallo inglés con su gallina inglesa también por supuesto (monógamos) y vecinos a ellos, separados por una reja, otro corral con aves típicas chilenas con un gallo cacique y por supuesto con una decena de gallinas en ese corral. Mientras observábamos esto vimos pasar el gallo inglés al recinto del gallo chileno y este pacífico gallo se vio obligado por estas circunstancias de invasión y el honor de ... a defender a sus hembras. ¡Se armó la rosca, dijo la mosca! Las diez gallinas tomaban palco.

Miramos para todos lados a ver si venía algún guardia del Zoológico a resolver el conflicto, pero brillaban por su ausencia. El fino y esbelto gallo de pelea inglés era experto no sólo en saltar la reja de su vecino, sino en saltar de un rincón al otro e írsele encima al enorme gallo chileno. Nuestro Arturo Godoy no se la pudo. Esto se empezó a poner sanguinolento y no podíamos meternos al corral, porque todo estaba por supuesto con sus puertas cerradas con llave. De repente la cosa se puso de color oscuro, ya que el gallo inglés se deleitó comiéndole un pedazo de la cresta al gallo chileno y esto motivó a que fuéramos a comunicarle a la Portería del Zoológico lo que estaba pasando. Llegamos a la Portería, donde conversaban plácidamente los tres guardias haciéndose bromas con la cajera que vendía las entradas. Interrumpimos la tranquila charla y con nuestro acento que llama la atención en todas partes le dijimos a los guardias: “allá atrás donde termina el camino, dando la vuelta, al lado del cerco límite del Zoológico hay dos gallos peleando”. Se miraron un poco asombrados sin hablar, nosotros seguimos dándole color al asunto, y le dijimos, “el gallo inglés le sacó la cresta al chileno” y se volvieron a mirar más asombrados todavía, ya que la clientela que había entrado antes que nosotros no les parecía compuesta por ningún inglés. En primera instancia creemos que pensaron en que eran dos personas las que se peleaban fuera del recinto del Zoológico, ya que en ese momento sólo nosotros éramos extranjeros para ellos. Sin embargo, esta afirmación de que un inglés le pueda sacar la cresta a un chileno, como que los dejó incrédulos. Entonces después de una serie de otras curiosas afirmaciones reaccionaron casi instantáneamente, uno de ellos cachó la onda y dirigiéndose a nosotros nos dijo, “¡Ah, ustedes están hablando del gallo del corral, del gallo inglés!” Acto seguido partió este guardia apresuradamente y corriendo a resolver el conflicto.

Luego de este interesante nuevo episodio lingüístico nosotros optamos por ir a ver otro sector del mismo Zoológico y cuando habíamos caminado unos veinte metros sentimos una risotada y nos dimos vuelta y vimos que la cajera con los otros dos guardias que se habían aguantado la risa hasta entonces, estaban gozando de lo lindo seguramente de nuestra forma de hablar, ya que estaban convencidos que hablábamos de una pelea de dos personas, porque usábamos la palabra gallo y nos habíamos olvidado que gallo es el sinónimo chileno también justamente de las personas buenas para la pelea. El 18 de septiembre todo el mundo habla de, estos gallos son buenos para la pelea y para los combos. La verdad es que si la cajera y los guardias gozaron con nuestra historia, nosotros estuvimos un largo rato apretándonos la guata y riéndonos también a carcajadas en uno de los asientos. Un rato después nos fuimos a comprar unos sándwiches al restaurante del Zoológico que estaba allí mismo y lo curioso es que no podíamos comer, nos mirábamos y nos reíamos a cada momento. Esto es realmente una vez más, tener que ser extranjero en su propia patria.

Muchas veces hemos tenido que decir para justificar nuestro analfabetismo de tono que venimos de po’allá, uno de Temuco y la otra de Puerto Montt. Se escucha normalmente, ¡ah, ya! Y de inmediato sale uno que habla de sus familiares en esas tierras y el otro que dice que vivió por allá o por acá muchos años y etcétera. Uno se refirió una vez a la caleta de Angelmó de Puerto Montt y otra persona en otra oportunidad nos dijo conocer el Cerro Ñielol de Temuco.

Nos viene muy al callo que ahora que estamos con un pié en el estribo, para volver a Chile, logremos hacer este seminario repasando los dichos y términos típicos chilenos para no caer de nuevo en los renuncios involuntarios de nuestro exquisito idioma. Ahora, con nuestra experiencia en el Zoológico, nos hemos recordado de cuando se deben usar correctamente las expresiones como por ejemplo, gallo, sacarle la cresta y justificar como guasos sureños nuestro analfabetismo de tono, entre otras cosas.

Curioso, mientras seguíamos visitando el Zoológico, el guardia que fue a separar a los gallos nos vino a dar las gracias porque había llegado en un momento muy preciso, al sitio de la pelea, para poderle salvar la vida al gallo chileno. Nos estuvo acompañando por el resto de nuestra estadía en el Zoológico, explicándonos con lujo de detalles lo que sucedía en todos los lugares que visitábamos. Incluso nos contó parte de sus trabajos anteriores. Nos convertimos, por la pelea de gallos, en visitantes muy importantes con un guía personal exclusivo, quien seguía muy intrigado por saber de dónde veníamos con ese acento tan especial.

Diciembre 2006, Raúl Buholzer M. y Cecilia Doggenweiler A.

Nota:
foto1: 2003.04.15 Raúl y Cecilia Doggenweiler en el Zoológico de Quilpué.