jueves, 19 de julio de 2007

“Pablo Neruda, Hernán Loyola, Daniel Rodríguez y Raúl Buholzer”

Relata Cecilia Doggenweiler A.

Supe por Raúl la interesante historia de una mal intencionada acción de detención momentánea de Neruda, cuyo objetivo era el de impedir que llegara a un homenaje que le rendían en Temuco. Sus amigos lo habían invitado a la inauguración de la Biblioteca que llevaría su nombre en el que fue el Liceo, donde él pasó más de seis años educándose. Como la historia era muy interesante creí necesario mejor escribir esta insólita aventura de nuestro poeta que recibió posteriormente el Premio Nobel de Literatura. Lo escribí inspirada en parte por las muchas vivencias que me contó Raúl haber tenido con el Vate.

Hernán Loyola, escritor, profesor de Castellano y colega de Raúl en el Liceo Pablo Neruda de Temuco durante muchos años, tiene anécdotas en común con él y algunas interesantes relacionadas con el poeta de los poetas. Ambos, Raúl y Hernán son nerudianos de pura cepa. Hernán Loyola dedicó su vida entera a recopilar todo lo relacionado con los escritos de Pablo Neruda. Él es el autor de los numerosos tomos de las Obras Completas de Pablo. Esta anécdota no está relatada en estas recopilaciones y uno de los objetivo es que Hernán la ubique allí en el lugar que le corresponde. Raúl fue íntimo amigo de Neruda, cuando Neruda visitaba Temuco su casa era una más de las que podía disponer Pablo. Normalmente Neruda pernoctaba en la casa de sus familiares que vivían a cien metros de la de Raúl. Su chofer y acompañante se hospedaban en la casa de Raúl y Marta, en calle Miraflores 1342. La mayor parte del equipaje de Neruda quedaba generalmente en la pieza donde dormían sus dos acompañantes.

Cuando en la década de los sesenta en uno de los viajes a Temuco Neruda viajó en tren a inaugurar su Biblioteca en el Liceo de Hombres N°1 (ahora Pablo Neruda) el entonces rector de este Liceo Daniel Rodríguez y Raúl fueron a esperarlo a la Estación de los Ferrocarriles en el auto del prudentito Raúl. El auto lo tenían bautizado irónicamente los alumnos como el Sputnik, porque nunca pasaba los 20 kilómetros por hora. A la llegada de Santiago del Tren Flecha, Pablo y Matilde abrazan muy emocionados a Raúl y a Daniel. Para Pablo la inauguración de la Biblioteca, la que ya contenía muchos cientos de libros escritos por él y traducidos a decenas de idiomas diferentes, era doblemente importante, ya que él se había educado durante más de seis años en este colegio.

Todo Temuco estaba informado de esta ceremonia, que se iniciaría a las 10 de la mañana en el salón de actos del Liceo. Los cuatro se subieron al pequeño auto Isaria de dos puertas, Neruda y Matilde muy abrazaditos en el asiento de atrás, Daniel de copiloto y Raúl al volante. En la Estación notaron que había movilización especial de la Policía. Y claro esto no les asombró, ya que Neruda era un personaje que normalmente era bienvenido y además generalmente custodiado. Cuando habían viajado unas diez cuadras por la amplia avenida Balmaceda acercándose la comitiva al Liceo, los adelanta una patrulla policial compuesta de tres carabineros, los hacen parar en la berma. Ellos pensaron que era broma lo que les principiaron diciendo, “Don Raúl, usted lleva exceso de velocidad”. Y le pasaron de inmediato un parte que traían hecho; es el único que le han pasado en toda su vida. Al entregarle el parte, por supuesto, que los cuatro se pusieron a reír y Daniel les dice a los policías, “no bromeen, que vamos aquí con ...” El cabo le contesta sin dejarlo terminar la frase, “si ya lo sabemos, van con don Pablo y con la señora Matilde”. Empezaron a revisar minuciosamente el auto, las luces, que las encienda, que las apague; los frenos, que ande p’adelante y que frene, luego que ande p’atrás a ver si encienden las luces del freno, etcétera. En todo esto transcurrió más de una hora y a un grupo de alumnos que los pasaron saludando Daniel les dijo, que le avisen al Inspector General del Liceo que luego llega la delegación, que la tienen detenida aquí cerca. Neruda afirmó, “me parece que esta es la primera vez que lo logran conmigo”. Raúl le agregó como en clave, “hace unos años por aquí en las cercanías le vieron crecer la barba”. Entonces Neruda sonrió porque recordó el lugar, ubicado a la salida de Temuco, en el que estuvo esperando un largo tiempo para irse al exilio a Argentina. Este era un recinto que administraba un muy buen amigo de Raúl. El Vate le preguntó de inmediato a Raúl sobre esa familia y éste le dio amplios detalles agregándole que esta familia estaba muy orgullosa de haber tenido el honor de tenerlo como huésped, en otros difíciles tiempos.

Los policías que los habían detenido seguramente eran parte de los mismos que habían visto en la Estación y que se les adelantaron, ya que estaban allí en la calle en un moderno vehículo policial. Neruda y Matilde se bajaron un rato del auto y Daniel le dice a Raúl, “nuestro Liceo llevará el nombre de Pablo Neruda”, a lo que Raúl le afirmó que de nuevo ellos estaban pensando lo mismo como si se transmitieran el pensamiento. Por este motivo se dijeron, “comprometámonos a no descansar hasta conseguirlo” y se dieron un apretón de manos.

Llegaron los cuatro atrasados al salón de actos, pero ya los alumnos habían sido avisados de que el Vate y su comitiva estaban detenidos en las cercanías del colegio y por esta razón los alumnos del Liceo de Hombres y una comitiva de alumnas del Liceo de Niñas Gabriela Mistral de Temuco los aplaudieron de pie durante un largo y emocionante rato. La detención tenía por objeto hacer fracasar la reunión con el poeta, resultando la detención contraria a las pretensiones que tenían esos tres carabineros, que más tarde supimos que obedecían instrucciones de un cabo al que se le iban los humos a la cabeza, el que en esa ocasión reemplazaba al teniente de guardia. Neruda no fue partidario de acusar a este funcionario a sus superiores y nos agregó que con esta circunstancia el acto había resultado mucho mejor.

Neruda inauguró su Biblioteca con un bellísimo discurso y recordando los más de seis años que pasó estudiando allí. Sus anécdotas hacían reír a carcajadas a los alumnos que ahora se sentaban en las mismas bancas en las que en otros tiempos se había sentado el poeta. Ellos escuchaban respetuosos e impávidos a este sencillo poeta universal, que recién lo habían tenido preso por más de una hora a cien metros de su Liceo.

Daniel contó este mismo episodio en uno de los magazines del Diario Austral a comienzos de la década del 90, con motivo del primer viaje de Raúl a Chile y de la visita a su querida ciudad de Temuco.

Otras anécdotas que seguirán:
-Neruda y Raúl en una inundación del río Cautín, observando a un desesperado campesino que trataba de salvar a un cerdo.
-Poema de Pablo y Raúl para Inés Eulogio.
-Raúl mostrando a Neruda la casa de Guillermina.
-Proyecto de unir a la ciencia y a la poesía en una isla de Licán Ray.
-Yenny Buholzer a los cuatro años con flores para Neruda.

Nota:
Foto 1: casa de Raúl, Miraflores 1342, casi esq. Matta, Temuco.
Foto 2: Hernán Loyola- sentado al centro.

Raúl Buholzer- sentado 1° a la derecha.
Daniel Rodríguez- de pie 2° de la izq.