viernes, 20 de julio de 2007

“NERUDA y TEMUCO en las memorias de Raúl Buholzer”

Acontecimientos relatados por Cecilia Doggenweiler A.

Raúl Buholzer tiene una enorme capacidad para guardar en su memoria vivencias de recuerdos agradables. Esta es una capacidad casi infinita, allí hay una cantidad formidable de recordaciones y algunas le son muy favoritas. Su memoria tiene, por supuesto, la misma enorme capacidad que la de todas las personas mentalmente sanas. Sus variadas vivencias y su vida optimista, que ya va bordeando los ochenta años, le han permitido enriquecer sus memorias, son una cantera interminable de interesantes y variados recuerdos. Él estuvo en contacto personal con muchos de los más prominentes personajes chilenos: Salvador Allende, César Godoy Urrutia, Pablo Neruda, Francisco Coloane, Alfonso Calderón Squadritto, ...

Raúl me contó que a Neruda lo quieren en Temuco de una manera muy especial, ya que por lo que él escribió se ha conocido a Temuco, en casi todos los rincones de la Tierra. Neruda reinstaló históricamente, ante el mundo, a nuestra ciudad como una especie de metrópoli o capital del heroico pueblo mapuche. El Vate es como un símbolo, no sólo de Chile, sino también, de su ciudad. Neruda llegó con su padre y su madrastra cuando tenía solamente dos años a Temuco e hizo toda su formación escolar hasta el sexto año de humanidades en esta localidad. Mientras estuvo estudiando en Santiago, o como Cónsul en tres países asiáticos, o en Europa, o bien en México siguió en permanente contacto con Temuco. Normalmente su contacto principal era con la familia de su primo Reyes que vivían en las cercanías de la casa donde residió don José padre del poeta y su hermano con su hermana. Pablo es uno de los poetas universales que defendió a los desamparados, sin claudicar jamás. Para los poetas de todo el mundo fue un Vate ejemplar. Para los chilenos fue un auténtico apasionado poeta temuquense de la araucanía, un bohemio viajero y heraldo de los grandes poetas del mundo. Por esto le he pedido a Raúl que les cuente textualmente algo relacionado con este cariño de toda una ciudad por un grandioso, admirable e histórico personaje.

“A Neruda en Temuco lo seguimos queriendo, él es nuestro paradigma o modelo, es pues un poeta por antonomasia. Seguimos y seguirán recordándolo con enorme cariño por su noble vida, sus poemas y su profundo amor a la democracia. Neftalí nació en Parral en el año 1904 y dos años después en el 1906 su padre don José Reyes y toda su familia se trasladaron a vivir a Temuco. La madre de Neftalí murió en Parral, meses después del nacimiento de Neftalí. Su padre se casó de nuevo y su madrastra Trinidad Candia lo cuidó tan cariñosamente como si fuera su propio hijo. Don José fue en Temuco conductor de un tren de cargas lastrero, es decir que llevaba constantemente piedras para reponer las vías deterioradas por las constantes lluvias del sur de Chile. Neftalí Reyes tuvo dos hermanos Laura y Rodolfo, él vivió su infancia, adolescencia y juventud en Temuco. En el año 1920 pasó a llamarse como poeta Pablo Neruda. Como Neruda formaba parte de la familia Reyes, que vivía a cien metros de la casa de mi madre en la calle Matta de Temuco, algunos miembros de mi familia, Buholzer Matamala, conocían muy bien al poeta como el primo del señor Reyes dueño de la panadería de la calle Matta. Asimismo; cuando yo era un niño, Neruda era para mi una persona conocida; decían que había llegado recién de España. Él trajo un barco desde Europa lleno de personas para que se asilaran en Chile. Por la guerra civil que acababa de terminar estaban condenados a morir, eran republicanos españoles y les había salvado la vida a ellos y a sus familias o sea a miles de españoles. Le vi muchas veces en sus viajes que hacía a la ciudad de Temuco, ya que éramos vecinos cercanos de sus parientes donde él se hospedaba, en la calle Matta. Yo me lucía jugando con mis patines frente a él y a otras personas que transitaban en la calle, hacía piruetas en los frontis de mi casa, en la de mis vecinos y por supuesto frente a la casa de los parientes del poeta. Dos tías solteras aún que vivían en la casa de mi Madre tenían alrededor de la edad de Pablo y las escuché más de una vez hablar de que había llegado de España el valeroso sobrino del dueño de la panadería. A la heroica hazaña de la traída a Chile de un barco lleno de emigrantes españoles, aún yo no tenía la edad para sentirme conmovido. Me dijeron que era obra de Neruda y del actual presidente Don Pedro Aguirre Cerda. Mi tía Luisa me dijo que cuando fue candidato a presidente mi padre lo invitó a él y su comitiva a Los Laureles, allí Don Pedro me había hecho muchos cariños. Toda esta hermosa historia no la tomaba muy en cuenta como la tomo ahora. A mí, en la infancia, me interesaba como primera instancia solamente andar en patines. Jugaba en los recreos, después de servirme onces y en el atardecer. Todo mi mundo era jugar, terminaba el día jugando en las clásicas rondas infantiles de la calle Matta de mi barrio. Allí la mayor parte de los juegos eran imitando parte de la vida de los mayores. Si no sabíamos hacerlo bien en los juegos, debíamos pagar una penitencia y el castigo que me tocó a veces consistía en tener que hacer el ensayo de pedirle a una chica del barrio que me acepte como novio y luego debía pedirle a sus padres casarme con ella”.

“Yo conocí a Neruda como hombre de pensamientos profundos por primera vez cuando el río Cautín inundó gran parte de las riveras alrededor de Temuco. Durante muchos años, por tener las mismas ideas filosóficas y ser partícipes activos en las nuevas circunstancias políticas tuvimos unas relaciones más cercanas. Estos acontecimientos ayudaron a conocernos más profundamente, yo le decía muchas veces en broma, este es el nuevo mundo de la ciencia y la poesía y él me repetía, el nuevo mundo de la poesía y la ciencia. Nos separaba una diferencia de edad de veinticinco años, pero algo nos unía férreamente. Haciendo memoria desde mi niñez, nuestra relación de simples vecinos fue creciendo y sorpresivamente por la inundación del río, por el caballo de la talabartería y otro sinnúmero de acontecimientos nos dimos cuenta que nos debíamos una especie de amistad por varios años. Yo era de otra generación, pero se unía mi amistad con Neruda por, a lo menos, seis circunstancias, tanto geográficas como políticas: Por vivir en el mismo barrio, por ser ex alumnos del mismo Liceo de Hombres de Temuco, por ser yo profesor del colegio que años antes lo formó, por ser yo uno de los gestores de la fundación de la Biblioteca Pablo Neruda del mismo Liceo, por ser profesor de sus sobrinos y asimismo además por compartir iguales ideas políticas. Creo que seguramente fue Neruda quien me dio el primer empujón virtual, cuando yo tenía diez años, lo que me convenció sin dejarme duda alguna que todos los seres humanos somos iguales. Él me explicó que no tenía protección alguna el pobre campesino, que en ese invierno ambos vimos que se lo llevaba con casa y todo la corriente del río Cautín. Él sobre el techo de su casa no soltaba un cerdo, seguramente su única fortuna. Agregó Neruda, que -Ese campesino mapuche como todos los demás, es tratado y discriminado como si no fuera un chileno-. Me aseguró que nadie indemnizaría al campesino por el desastre que le había originado en su vida la nueva salida de su cause del río Cautín”.

“Lo que él me dijo se sumó a lo que otros me dijeron y a lo que yo aprendí de algunos libros. Ahora soy un convencido que todos los seres humanos somos maravillosos por poseer nuestra asombrosa razón. Esta nueva mente en su simbiosis con los chips y los computadores se está haciendo omnipotente. Es triste, que nosotros como seres racionales, estemos viviendo solitarios en este enorme universo infinito. El conjunto de todos los seres humanos es lamentablemente un número insignificante frente al cosmos infinito. Pero observando nuestra situación de otra perspectiva, por tener la extraordinaria e insólita facultad de razonar somos cósmicamente unos gigantes muy valiosos. Felizmente, además, somos genéticamente iguales a los anteriores Homo Sapiens-sapiens e iguales a los del año 2006, que eran seis mil quinientos millones y tenemos absolutamente los mismos genes de todos los seres humanos del 2007. Era solamente nuestra diferencia cultural la que nos separaba, con estos grupos de campesinos mapuches, como si fuéramos dos razas diferentes. Lo que le sucedía a estos campesinos era solamente no haber tenido la oportunidad de cultivar su mente en la dirección que nosotros lo habíamos realizado. Ellos desde muy niños dominaban dos idiomas, pero esto solo no les permitía integrarse totalmente con nosotros. Debían estudiar adquiriendo aún más cultura, saber más aún del pasado y del futuro de los seres humanos, además necesitaban hacerse profesionales. Esto, de no poderse hacer científicos o técnicos, no era un simple capricho o negligencia de ellos. Para terminar los estudios primarios se necesitaba invertir en un niño, una x cantidad de millones de pesos, para hacer los estudios secundarios dos veces x y para que se haga profesional, tres veces x. Si él no lograba entrar a la universidad estatal debería pagar otras dos veces x extras por el enorme costo de las universidades privadas. El niño que lograba escalar en Chile esta larga y costosa pirámide no era de ninguna manera un hijo de un modesto campesino”.

“Ahora que se descifró el genoma humano que llevamos en cada de una de nuestras células y entre otras cosas se determinó el número exacto de los genes en las células de cada persona, podemos apreciar que todos somos genéticamente exactamente iguales. Además hay genes absolutamente individuales para una función determinada, pero para otras funciones más complejas hay una asociación de estos genes. Se están resolviendo el número de aquellos genes que tienen que ver con la razón humana y también los genes que tienen que ver con la pasión, etcétera. A los incrédulos esperamos que las ciencias biológicas les seguirán demostrando, con nuevas evidencias, la fantástica igualdad genética objetiva con la que estamos todos afortunadamente formados. Felizmente muchos de nosotros ya teníamos estas ideas de que éramos todos maravillosamente iguales, conocemos las primeras demostraciones que lo confirman y cuando todos estemos convencidos de esta igualdad, estamos seguros que nos uniremos y nos confiaremos unos a los otros. Esta unidad nos conducirá a tener un nuevo mundo totalmente hermanado y por supuesto sin discriminaciones raciales”.

“Les cuento algo más de cómo querían y siguen queriendo a Neruda en Temuco. En un atardecer, en la ciudad de Temuco, pasaban y pasaban jóvenes en una interminable manifestación, si se les preguntaba a dónde iban, decían, a escribir algo muy importante al Cerro de Padre las Casas, mírelo a la nochecita. Su respuesta no era muy clara, ya que ellos querían dar una sorpresa. Algunos curiosos comentaban, y tantas personas para escribir. No se podían imaginar, o adivinar, qué podrían querer escribir esta cantidad de alrededor de mil jóvenes, una buena cantidad de ellos mapuches. Ellos se dirigían caminando en un festivo multitudinario grupo a uno de los cerros, que servía de límite natural a la ciudad de Temuco, llamado Cerro de Padre Las Casas. Decían que iban con la misión de escribir pero llevaban portando bajo el brazo, no un lápiz, sino una antorcha aún apagada. Cuando estábamos cenando, con Matilde y Neruda, en la casa de sus parientes Reyes, me avisaron por teléfono los jóvenes organizadores que ya estaba por comenzar la bienvenida que ellos le hacían al poeta de Temuco y tuve el honor de darle la sorpresa al Vate y decirle que saliéramos a mirar como se empezaba a iluminar el cerro. En sus faldas, los mil jóvenes, encendieron sus antorchas y con ellas escribieron con enormes letras, de más de cien metros de alto, solamente la palabra

N E R U D A

Allí volví a conocer la gran emoción del poeta, quien mientras miraba y durante algunos minutos más tarde aún no podía hablar. Muy poco tiempo después de este homenaje de luminarias en el cerro, fue nombrado honorable Embajador de Chile en Francia, poco después recibió el merecido premio Nobel de Literatura en 1971 y después de su fallecimiento nuestro Liceo de Hombres de Temuco, donde él se educó desde las preparatorias al sexto año de humanidades, pasó a llevar el nombre de Liceo Pablo Neruda de Temuco”.

Nota:
Foto 1: 2007 Temuco.