29.01.2008
¿Ardilla? ¡¡¡Sí, ardillas!!!
En Alemania se da el caso de que por orden municipal no se puede edificar con menos de cinco pisos ningún edificio en las zonas habitacionales céntricas. Por otro lado, las personas que son propietarias o arrendatarias desean tener un espacio libre con jardín. Por esta disposición municipal se hacen las altas construcciones, apegadas a la calle, cubriendo toda una manzana. Quedando los patios interiores rodeados de un muro habitacional de casi veinte metros de altura. A este patio que queda encerrado en el interior sólo pueden llegar los arrendatarios y sin permiso alguno, por supuesto, lospajaritos.
En los parques alemanes es muy común ver en los atardeceres a muchísimos conejos pastando fuera de sus madrigueras. En estos parques se ve de vez en cuando una hermosa ardilla que a los chilenos nos ha llamado vivamente la atención, quizás porque en Chile nunca tuvimos ocasión de encontrarnos con estos agraciados y curiosos animalitos. Estas ardillas que hemos visto en repetidas ocasiones en los parques andan aparentemente siempre solitarias, su pareja está en las cercanías, en sus nidos quizás amamantando a sus crías. Cuando vemos de lejos a una, ésta se esconde sabiamente de nosotros detrás del primer árbol que encuentra y luego trepa por el otro lado del tronco sin que nosotros la podamos ver. Por ese arte de esconderse tan inteligentemente esta simpática especie ha perdurado muchísimo tiempo impidiendo que los depredadores la exterminen. De esta especie se han encontrado restos fósiles con una edad estimada de a lo menos en unos treinta millones de años. No olvidemos que los primeros seres humanos tienen una antigüedad solamente de alrededor de un millón de años.
Esta pequeña introducción anterior tiene por objeto dejar clara una experiencia que tuvo Aída María cuando me visitó hace algunos días, en mi departamento que está ubicado en un primer piso. Y escribió esta anécdota unos días después. Hace dos semanas atrás quedé perpleja al mirar, en la casa de Raúl, por la ventana de la cocina y ver que en el jardín sobre los arcos florales de baquelita estaba sentada una ardilla de color grisáceo, con un poco de blanco en el pecho y algo color café en sus costados. Parecía una equilibrista de circo. Con sus fuertes patitas y sus uñas curvadas y muy afiladas se tomaba fácilmente de la armazón de baquelita que sostiene las enredaderas del jardín. Permaneció allí unos segundos y yo no salía de mi asombro. Luego saltó a la terraza, se encaramó por las ramas de la flor de la pluma y se me desapareció. Le conté a Raúl lo sucedido, quien no alcanzó a ver a la simpática visitante del jardín, pero si me dijo, no te das cuenta que a este patio sólo pueden entrar los pajaritos y caramba que tienen que volar alto y saber aterrizar en forma casi vertical. La ardilla que tú vistes debió seguramente andar por las canaletas del techo y subir y bajar por los tubos de desagües de ellas. ¿Tú crees que esto es posible?
Mis dudas. ¿Cómo entró entonces a este jardín esa ardilla? No lo pudimos dilucidar. Después de eso le dejamos una nuez entera sobre uno de los maceteros. Un rato después había desaparecido la nuez, entonces le dejamos un par de nueces. En una de esas vimos venir a la ardilla y llevarse una nuez, pero volvió muy pronto por la otra, por lo que dijimos, al unísono con Raúl, la enterró. Nos preguntamos, pobre ardilla, ¿qué comerá aquí adentro? Seguramente las nueces que le dejamos no las puede partir, ¿tendrá dientes suficientemente afilados para partir esa cáscara tan gruesa? Acto seguido le dejamos repartidas sobre los maceteros un par de nueces con la cáscara partida. La ardilla vino, trató de abrir la cáscara, sacó un pedacito de nuez y se la llevó a enterrarla volviendo luego por la otra y así sucesivamente. Seguro que en un par de años más crecerá un montón de nogales chiquitos en el patio. En la tarde de ese mismo día optamos por partir muchas nueces, de modo que cada una quede abierta en unas cuatro partes y se las repartimos en los diferentes maceteros, para así lograr verla en su fugaz búsqueda. Salimos a la terraza a dejárselas y casualmente vimos en ese momento que la ardilla trepaba ágilmente por el árbol, que crece en el patio casi pegado al edificio del frente, trepando hasta el techo mismo de ese edificio de cinco pisos. Saltaba a lo menos cinco metros de una rama a otra, haciendo las de un acróbata del circo animal. Su enorme cola le ayudaba seguramente a mantener el equilibrio. Buscaba alimentos primero saltando a las ventanas del tercer piso y luego haciendo lo mismo en el cuarto y finalmente llegando a las ventanas del quinto piso. Su vista debe ser increíblemente aguda al practicar estos saltos.
Desde esa altura en que se encontraba, nos vio la ardilla que estábamos abajo en la terraza con nueces en la mano y acto seguido ocurrió algo espectacular. Comenzó a desandar muy rápidamente el camino por el que ella había trepado hasta llegar al techo. Permaneció bajando por el árbol siempre con la cabeza hacia abajo, mirándonos a la distancia y luego corrió en dirección a nosotros atravesando los patios. Le dejamos de inmediato las nueces peladas y otras en el suelo. Nos entramos igualmente muy rápido a la cocina y nos quedamos observando qué pasaba y contemplando desde detrás de la persiana. Llegó la ardilla, se paró en la orilla de la jardinera mirándonos a nosotros, movió por unos momentos su preciosa y peluda cola igual que lo hace un perrito contento y se fue derechito a las nueces. Removió, sacó, comió un pedacito y bajó con su presa, la vimos enterrarla y además que después vino un pájaro desenterrar y a servirse ese botín. Volvió así sucesivamente por el resto del botín y cada vez a hacer lo mismo y enterrarlo en otro sitio diferente, incluso en las mismas jardineras de la terraza. ¡No podíamos creer lo que habíamos visto, tan sólo a un metro de nosotros! Después optamos por pelarle totalmente las nueces, con lo que descubrimos que la ardilla, ya más en confianza, se come realmente los pedacitos allí mismo en la terraza, frente a nuestra vista y aunque baje vuelve por el resto. Cuando queremos ver teatro vivo, le hacemos sonar entre ellas un par de nueces y luego la ardillita aparece. Deleitándonos con este lindo espectáculo pasamos un par de horas muy entretenidas.
No podía creer lo que ocurrió en otra oportunidad, cuatro días después. Desde el escritorio, con la ventana entreabierta veo que los arcos florales se mueven mucho sin que haya viento. Miro por la ventana y diviso una cola de ardilla. Vuelo hacia la cocina a mirar por detrás de la persiana y lo que veo me dejó nuevamente paralogizada por unos segundos, aunque esta vez llamé a Raúl y le dije que debía venir urgente a ver lo que había en la terraza. Y los dos quedamos sorprendidos mirando como a un metro frente a nosotros se producía un nuevo espectáculo. Ahora una nueva ardilla de hermoso color rojo, comía del platillo con nueces partidas y peladas que habíamos puesto en la baranda. Dije en voz alta, esa si que es del color que yo conocía de los libros de cuentos de mi niñez. Al mismo tiempo sobre otro de los maceteros estaba también comiendo la ya conocida ardilla gris. El hermoso espectáculo duró un par de minutos, se encaramaron a los arcos florales, corrieron por ellos, bajaron, volvieron a subir, teatro como si hicieran escaramuzas porque las dos querían jugar en vez de comer del mismo platillo y luego desparecieron. Ahora sabemos que se aparean dos veces al año y que posiblemente estaban en celo. Y esta es la única explicación de por qué atravesó estas grandes murallas de treinta metros su amigo, la ardilla roja. Después las vimos corretearse y coquetear por el pino que hay en el jardín interior de la otra vecina, pino arriba, pino abajo.
Hemos concluido con Raúl. Para las ardillas todo su mundo es como si fuera horizontal, con la misma velocidad que saltan de una rama a otra, bajan y suben a los árboles como si no existiese la gravedad. Tienen la agilidad de los cosmonautas que han perdido su peso en el cosmos. Ellas saltan en proporción a su cuerpo de una manera sólo superada por las pulgas, sus saltos suelen ser de treinta veces su propia dimensión. Es como si el hombre fuese capaz de saltar cincuenta y cinco metros.
¡Plantan árboles para las generaciones posteriores! De diez nueces que entierran recuperan asombrosamente quizás un 80%, las restantes dan lugar al nacimiento de nuevos nogales, cuyo fruto les servirá a sus tataranietos para alimentarse y además sus ramas serán sostén para hacer su maravilloso sistema de nidos habitacionales. Juntan pacientemente comida para los días crudos del invierno. Esto si que es sobresaliente, ya que es un acto de alta inteligencia, pues tienen además un nido que es una bodega o depósito de frutos secos fabricado expresamente para estos efectos.
Las ardillas en los zoológicos tienen un promedio de vida de diez años. En su hábitat natural alcanzan a vivir solamente hasta seis años. Su promedio de vida en Europa es de seis meses, ya que mueren muchas en las primeras semanas después del nacimiento por las inclemencias del tiempo.
¿Quién es quién de las dos ardillas? A mí me parece que la hermosa ardilla roja fuese una hembra; Raúl, en cambio, dice que la grisácea es la hembra que atrajo al macho rojo, que estaba en las afueras de la zona, seguramente en el Parque Municipal ubicado a unos trescientos metros. Lo concreto es que hemos descubierto que esta ardilla que se ha mantenido encerrada aquí en este recinto rodeado de edificios de treinta metros ha logrado atraer al macho que en este caso es de color rojo. El método empleado para comunicarse sexualmente es super asombroso. Son en algo parecidas estas atracciones a larga distancia a las que tiene la ballena hembra cuando está en celo, con el macho balleno, estos se comunican entre sí a miles de kilómetros de distancia. Sigue en pie la respuesta a este enigma. ¿Cómo se comunicó la ardilla que estaba dentro del jardín con una ardilla de fuera de este recinto tan super amurallado?
Enseñanzas. A raíz de esto supimos que las ardillas hacen nidos esféricos en los árboles y además llegan a construir un verdadero departamento hasta con seis nidos independientes: uno para dormir, otro para descansar, otro para despensa, otro para sus a veces seis crías, etc. Con esta estructura habitacional resiste esta especie en Europa las horribles temperaturas de hasta 20°C bajo cero en los largos inviernos.
No todo lo que uno cree conocer a fondo es realmente una verdad indiscutible. A nosotros con Aída María la ardillita nos enseñó mucho, no teníamos la más remota idea que existía una clase de animales con esta estructura habitacional casi humana. ¿Tendremos los seres humanos la misma combinación genética arquitectónica que poseen las ardillas?
Nota:
foto1: ardilla comiendo nueces.
foto2: ardilla mirando si hay algo para ella.
foto3: ardilla cogiendo su botín.
foto4: ardilla llevándose una nuez.
foto5: 1981.08.12 ardilla Parque, Bad Füssing.